Proteger a los chicos de la violencia y la droga es un “trabajo utópico”
Así se refirió la Auditoría provincial al funcionamiento de los Centros de Inclusión Transitoria. A las huidas de los y las adolescentes, se suman problemas edilicios, poco personal y presupuesto, y una “grave falla de control interno”. Atribuyen la situación a la “falta de políticas claras”. En uno de los hogares hubo que designar guardia policial permanente.
Según un informe de la Auditoría General de Salta (AGS), la “falta de políticas claras” y de “acompañamiento económico” por parte del Estado, provoca que el trabajo en los hogares para niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad “devenga utópico”.
La investigación del organismo de control fue aprobada este año, sobre datos de 2014, y detalla el funcionamiento de ocho Centros de Inclusión Transitoria (CIT) de la capital provincial, en el marco de una iniciativa analizada por este medio a fines de septiembre.
En uno de ellos, el CIT Esperanza, que aloja a adolescentes mujeres, “la situación es particularmente crítica”, dijo la AGS, y añadió que “por los habituales casos de violencia, la consigna policial es permanente”.
Tal es así que, al momento de su visita, la Auditoría se encontró con la “presencia inusual de una menor embarazada”, y ante ese panorama los técnicos advirtieron: “Se auguran conflictos debido a la falta de previsión de centros que la puedan alojar en compañía de su bebé”.
Tanto en el CIT Esperanza como el llamado Amanecer, las “asiduas y reiteradas huidas de las alojadas” hacen que “las posibilidades de vinculación sean escasas” y que “el apuntalamiento psicológico y anímico se desvirtúe”, describe el informe.
No obstante, el cuadro se vuelve más complejo porque “las internadas, víctimas y fruto de situaciones familiares sumamente perjudiciales, se mantienen a la espera de la mayoría de edad para salir a la calle por sus propios medios, sin ayuda ni contención”, apuntan los técnicos, y completan: “A lo que se suma, a veces, realidades peores que presenta el 'estado de calle', como ser la prostitución”.
Emparentado a este último punto, la investigación agrega que en el CIT Amanecer (que también aloja adolescentes mujeres), “algunas presentan problemas de consumo de estupefacientes y se exponen a diversos peligros para asegurar la provisión de los mismos, desde delincuencia a prostitución”.
Asimismo, en el centro Amanecer se “presentaron antecedentes de menores alojadas que iniciaron el consumo con posterioridad al ingreso, y como consecuencia de la influencia desfavorable de alguna otra internada. Dichas circunstancias, son notificadas reiteradas veces a los mandos administrativos correspondientes, sin respuestas favorables”, cuenta el organismo de control.
Hay menores que comenzaron a consumir drogas después de ingresar a un hogar
“Lo descripto se repite en los demás CIT caracterizados por la misma franja etaria, siendo ello unos de los puntos más débiles del programa, alimentado por la falta de recursos económicos”, concluye la Auditoría, y remarca que el hecho de “no contar con más centros adecuados ediliciamente y dotados de equipos idóneos, conduce a tener asistidas a jóvenes que no pueden ser contenidas, como una (chica) que se encuentra en la Dirección de Protección de la Menor y la Familia (un alojamiento de puertas cerradas dependiente de la policía), quien debe estar allí para su protección, además de cursar el sexto mes de embarazo”.
Otro de los CIT analizados fue el Nazareth, que aloja a adolescentes varones que no presentan “conflictos de consumo”, narró la AGS.
En este caso, tras revisar documentación, se detectó que “uno de los internados fue derivado allí como consecuencia de una conducta de alto riesgo (contra) sus compañeros de otro CIT”, y que “respecto a ello, se evidencia que la jefa (del centro) desconocía absolutamente dicha circunstancia, a pesar de constar en el legajo del menor”. Además, los investigadores informaron que “no se encontró actuaciones que den cuenta de la intervención correcta y oportuna de los encargados (del Nazareth)”.
Con estos elementos, los auditores concluyeron que el caso “representa una grave falla en el sistema de control interno que podría incrementar los riesgos de convivencia e integridad de los adolescentes que comparten el CIT”.
Y para más, en el mismo hogar “se verificó la existencia de un informe médico que denuncia el supuesto comportamiento, por parte de un alojado, que representaría un peligro potencial para los demás asistidos, y respecto de la cual no se tomaron medidas de cuidado alguna”.