Corrupción y ética pública
Argentina exhibe a veces contrastes ofensivos. Cada nueva revelación sobre la escandalosa fortuna de Julio Alegre, el destituido intendente de la ciudad de Santiago del Estero, causa profundo dolor e indignación.
Más asombra a los vecinos de Almirante Brown, el barrio pobre en las afueras de esa capital, donde vivía el dirigente antes de comenzar su carrera política.
Luego que fuera denunciado y que la Justicia investigara las finanzas del municipio, se le descubrieron cajas fuertes, bóvedas, máquinas contadoras de dinero de uso bancario; vehículos 0 kilómetros, cuatriciclos, un minizoológico con animales exóticos; plasmas, equipos de sonido holandeses de 20.000 dólares, canchas de tenis, de paddle, de fútbol 5 y comprobantes de pasajes a Nueva York y Punta del Este. Pero un dato que provocó hilaridad y mayor malestar en la sociedad santiagueña fue que Alegre estaba inscripto en la AFIP desde 2005 como remisero.
A esta noticia se sumó días pasados otra acerca del aumento de más de 28 millones de pesos que experimentó el patrimonio de Néstor y Cristina Kirchner durante 2008. La declaración jurada presentada a la Oficina Anticorrupción demuestra que durante el año pasado, los Kirchner ampliaron en un 158% su patrimonio. Ellos mismos reconocen que su riqueza creció de 17.824.941 pesos en 2007 a 46.036.711 pesos en 2008.
Las claves del salto patrimonial fueron tres: los ingresos por los alquileres, los intereses de sus depósitos bancarios, y los negocios inmobiliarios. Respecto a este último rubro, admitieron que en 2008 ampliaron sus inversiones en el negocio de la hotelería en El Calafate. Al hotel "Los Sauces" que poseen junto a su mansión, ahora sumaron el hotel "Alto Calafate", dos establecimientos cinco estrellas con precios en euros y dólares para los exclusivos clientes europeos y estadounidenses.
Mientras tanto, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina acaba de informar que el 40% de la población del país, vive en la pobreza. Señala además, que dos de cada diez niños y adolescentes pobres padeció hambre en 2008, mientras que siete de cada diez vio restringido su acceso a los servicios básicos de luz, gas o agua en sus hogares. Cuando unos pocos perciben rentas escandalosas, y solicitan a la ciudadanía ser solidarios para una justa distribución de la riqueza, los índices de pobreza señalan una realidad humillante que sufren 16 millones de argentinos.
No habría que razonar demasiado para darse cuenta el por qué Argentina es, según Transparencia Internacional, el país más corrupto del Cono Sur de América latina.