La última etapa del programa Escuela de Vecinos derivó en un pedido de informes al Poder Ejecutivo de la Ciudad por el manejo de los residuos patogénicos en el Hospital Piñero.

Fue tras la presentación en la Legislatura porteña de la investigación realizada por los “vecinos auditores”, que visitaron varios centros de salud para conocer detalles sobre las dos temáticas que abordó el programa este año, basura y educación, y, puntualmente en el hospital del barrio de Flores, detectaron que no se controla la cantidad de residuos patológicos que traslada la empresa encargada de prestar ese servicio. A partir de este dato, el legislador Adrián Camps solicitó detalles de la operatoria al Gobierno de la Ciudad.

La recorrida de los chicos comenzó en julio. Por un lado, hubo visitas espontáneas a los hospitales Piñero, Álvarez, Pirovano, Santojanni y Tornú. El informe relata que en ninguno de los casos los alumnos pudieron acceder a las direcciones de los centros de salud, aunque sí fueron atendidos por trabajadores de distintas áreas y recibieron información “más o menos completa”, de acuerdo a quién los atendió.

“En general –dijeron los chicos- el trato fue amable, excepto en el Pirovano”. Allí hubo dos visitas, el 10 y el 12 de julio, cuando les dijeron que no podían darles tanta importancia “por ser sólo alumnos de un colegio secundario”, y los echaron del hospital. Además, hubo otros casos en los que “trataron de desalentar nuestra actividad, diciendo que era inconducente”.

Pero no todas fueron malas. Los participantes de la iniciativa destacaron la atención que recibieron en el Tornú porque, más allá de no haber podido conocer al Director de la institución, “los entrevistados nos dedicaron su tiempo para responder todas nuestras preguntas”.

Por otro lado, hubo visitas programadas, organizadas por los impulsores de Escuela de Vecinos (ver aparte). En este caso, los chicos fueron a los hospitales Argerich, Santojanni, Durand y Fernández. No obstante, el informe señala que “pese a haber cumplido todos los pasos burocráticos, no tuvimos mejor suerte que en las visitas espontáneas: de los cuarto centros de salud, solamente nos pudimos entrevistar con el Director del Santojanni. En este caso –agregaron-, debemos resaltar que fuimos muy bien atendidos y nos aportaron información muy completa”.

Tras no obtener respuesta de las autoridades del Fernández, hospital de referencia de la región sanitaria 4, los alumnos decidieron gestionar un encuentro con las autoridades del Ministerio de Salud encargada de esa área. “Cuando parecía que íbamos a tener suerte –cuenta el informe-, se volvió a frustrar nuestro objetivo: la directora de la región, a último momento, no pudo asistir a la entrevista y fue reemplazada por su secretaria que, si bien mostró gran predisposición, no contaba con la información que necesitábamos”.

Como conclusión de las visitas, los vecinos auditores señalaron que “las autoridades de los hospitales son personas a las que resulta muy difícil acceder”, y, por eso, propusieron que sea “un requisito para la organización de la agenda de los Directores, que se deje una determinada cantidad de tiempo libre por mes para tener contacto con los vecinos del barrio y con las instituciones que necesitan de ellos, por ejemplo, las escuelas”.

Vínculo hospital-escuela

“Aún en los casos donde el Hospital organiza actividades destinadas a los adolescentes y las escuelas (como capacitaciones sobre VIH, violencia familiar, adicciones o prevención de embarazos), no son conocidas en el barrio, y menos en las escuelas”, sentencia el informe, y agrega: “Si las instituciones escolares no se acercan al hospital, este no asume un rol activo y no va en busca de las escuelas”.

Los alumnos concluyeron que estos temas “deberían tener otra difusión”, y propusieron que se “genere una articulación entre los Ministerios de Salud y Educación, y, además, que los hospitales nos tengan en cuenta como promotores de las actividades”.

Residuos

Más allá de la observación puntual en el Piñero, la investigación destaca como un rasgo común en los hospitales la “falta de señalización e información clara para saber qué tipo de residuos van en cada uno de los recipientes habilitados”. Es que, según verificaron los chicos, aunque existen contenedores y bolsas diferenciadas (negras para los residuos comunes y rojas para los patogénicos), “no hay una señalética que ayude a identificar qué va en cada una. Incluso, el propio personal que manipula los deshechos, comete errores” al usar bolsas equivocadas. De hecho, el Director del Santojanni corroboró esta observación y añadió que esto se convierte en un problema en el que “muchas veces se depositan residuos domiciliarios en las bolsas de los patogénicos y se encarecen los costos”, porque las empresas, contratadas especialmente para el tratamiento, facturan por cantidad de kilos tratados y transportados.

Algo parecido ocurre en el propio Ministerio de Salud. Allí, los alumnos encontraron una caja en la que, supuestamente, se deben depositar elementos reciclables, es decir, secos; pero adentro se encontraron varios residuos húmedos.

En este tema, y como conclusión general del trabajo, se destaca la necesidad de controlar el cumplimiento de la Ley 154 que reglamenta el manejo de los residuos patogénicos en la Ciudad.

Otras observaciones

Los vecinos auditores también enumeraron otras características de los hospitales porteños. Por ejemplo, que existen cooperadoras que aportan recursos extras a los centros de salud, pero que no llegan a cubrir las necesidades; hay falta de insumos (materiales descartables, indumentaria quirúrgica) que si se pierde o daña, debe ser pagada por el propio personal –ocurre en el Tornú-; faltan recursos humanos, médicos, anestesistas y administrativos; y faltan recursos para el recambio de aparatos “muy antiguos”.

Y, en el Piñero y el Durand, se observó la presencia excesiva de perros y gatos en contacto con los pacientes. En el primero de los hospitales, afirmaron que, cuando los quieren sacar, interviene la Sociedad Protectora de Animales y “no se puede hacer nada”.

Escuela de Vecinos

La iniciativa es impulsada por la Fundación Éforo y la Vicaría de Educación porteña. Nació hace cuatro años y esta vez convocó a más de 700 alumnos de escuelas secundarias públicas y privadas de la Ciudad. Los chicos eligieron centrar sus investigaciones sobre las problemáticas de deserción escolar y el manejo de los residuos, y presentaron las conclusiones de sus trabajos el viernes de la semana pasada en la Legislatura porteña.