Publicado en el suplemento

Acciones para la Participación Ciudadana, de Diario Perfil

“Las personas a las que les gustan mis publicaciones son más felices, inteligentes y atractivas, según un estudio que inventé”, ríe Nancy Roqueta en uno de los videos que sube a TikTok. Con ese espíritu jovial y su risa contagiosa, esta docente de música jubilada inunda la red social en la que tiene más de tres millones de seguidores. Eso mismo replica en Instagram y Facebook. Uruguaya llegada a Hurlingham, al Oeste del conurbano bonaerense, en 1979, viuda, madre de dos hijos y abuela de cinco nietos, descubrió el mundo de los posteos poco antes de cumplir 71 años.

- ¿Cómo se le ocurrió empezar con los videos? 

Empezó sin pensarlo. Estando en cuarentena, sentí que se habían cortado todas mis actividades. Un día vi un video de una prima y le pregunté cómo lo había hecho, porque tenía la voz modificada. Me dijo que era una aplicación nueva llamada TikTok, le pedí que me la pasara, la bajé. La única red que tenía yo hasta entonces era Facebook. Al principio me costó un poco, la llamé y le dije que creía que no iba a poder. Después, pensé que no podía ser que yo no supiera lograrlo. A veces, la necesidad lleva a hacer cosas inesperadas. Empecé a tocar en un lado y otro y cuando me di cuenta, la había bajado. Ahí empecé a ver videos que me sugería la aplicación. Los primeros eran de Darío Barassi y de Lali Espósito. Después, fue como un milagro, porque yo jamás me manejaba con la tecnología. Tengo testigos que pueden decir que hasta para prender la computadora en la escuela, cuando daba clases, pedía ayuda. Esta plataforma me cambió la vida.

- ¿Le resultó muy complicado? 

Hice un primer video, pero no sabía si estaba bien o mal. Si no era lo que esperaba, lo dejaba porque no había aprendido a borrarlo. En el segundo o tercer video, Lali Espósito me puso un sticker que decía “te amo” y lo compartió. Ahí empezó a difundirse en la red. Así, cada comentario me ayudaba a seguir, me animaba. Después, hice dúo con Darío Barassi. Eso me entusiasmó.

- ¿Tiene una rutina de subir determinada cantidad de videos? 

No, yo lo hago libremente. No siento la presión de estar subiendo tres, cuatro o 30 videos. Hago lo que está a mi alcance. Ya es suficiente el tiempo que trabajé con horarios y presión durante mi vida, eso ya no lo quiero vivir. Hay días que no me siento bien o no tengo ganas y otros en que hago cuatro videos. No lo tengo como una obligación. Es algo que me entretiene, me gusta y cuando voy aprendiendo, más me gusta.

- Hay una idea de que la gente dela tercera edad no se lleva bien con la tecnología, ¿Usted es la excepción o viene a derribar el mito? 

A mí me dio vida. Tengo compañeras y amigas que dicen que ya tienen demasiado con Whatsapp y no se animan a extenderse más. Yo trato de sobreponerme siempre. No voy a hacer algo que no esté a mi alcance. Trato de hacerlo cada vez mejor. Digo que no hay que tener miedo a la tecnología, a los que somos más grandes nos ayuda a estar activos. Uno se jubila laboralmente, pero no tiene que hacerlo emocionalmente. Estoy contenta de haber aprendido, porque me ayudó muchísimo también para tomar clases por Zoom

- ¿La reconocen por la calle? 

Me pasa en el shopping, cuando voy. De tantos seguidores, uno seguro que hay. Cuando fui con mi nieto al cine, caminaba y una chica se acercó y me preguntó si era la abuela de TikTok, nos sacamos una foto. Con barbijo y todo me reconocen. En el verano, estuve en la playa y veía a chicos que corrían y gritaban que era yo. No entendía cómo me conocían en malla y caminando por el agua. Soy conocida en las redes, pero no me creo famosa.

- ¿Qué mensajes recibe? 

Recibo mensajes diciendo que es lindo lo que hago, que no quieren que me muera, jaja. Para darles aliento les digo que no piensen que me voy a morir. A algunos les contesto, a otros no puedo, son muchos.

- Es muy histriónica. ¿Tuvo propuestas para actuar? 

Me ofrecieron actuar en diferentes obras de teatro, pero tuve que decir que no. Tenía que ir al centro, no puedo tomar tren, colectivo, subte y tampoco pretender que mis hijos me lleven y me traigan.

- ¿Consiguió hacer canjes? 

Ojalá me mandaran cosas para hacer comidas. Los canjes que tuve fueron de óptica, juguetería y cereales, entre otros. Es el momento y ya está. No es que una hace una propaganda y recibe determinada cantidad de dinero por mes. No es el objetivo, pero tampoco lo voy a desechar. El amor que recibo vale más que cualquier dinero.