La edición 2019 del infome Brown to Green Report, realizado anualmente por la ONG Climate Transparency, muestra que ninguno de los países del G20 posee políticas climáticas compatibles con el aumento de la temperatura media global en 1,5°C, establecido en el Acuerdo de París en 2015. Tampoco se muestran capaces de alcanzar el objetivo de emisiones netas iguales a cero a mediados de siglo.

Estos datos se vuelven relevantes porque este año entra en vigor el mencionado tratado, cuyo objetivo es mantener a raya el aumento de la temperatura mundial en 1,5°C. De esta manera, cada país debe presentar una propuesta con acciones específicas para mejorar la situación.

Para dominar la crisis climática, la proporción de combustibles fósiles debe reducirse al 67% de la energía primaria total mundial para 2030, y al 33% para 2050. Y las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) tienen que ser un 45% inferiores a los niveles de 2010 y llegar a cero para 2070.

Sin embargo, en vez de aminorar sus emanaciones de carbono, las principales economías del mundo siguen aumentando su impacto. En Argentina, los hidrocarburos (petróleo y gas) y el carbón representan el 86% del mix de energía primaria (incluyendo energía, calor, transporte, etc.). Y aunque las fuentes renovables comenzaron a despegar lentamente, el uso del gas incrementó considerablemente también.

Este último elemento y las grandes centrales hidroeléctricas son la principal fuente de electricidad. Para mantenerse dentro del límite de 1,5°C., el país necesita eliminar paulatinamente el gas, el petróleo y el carbón y acelerar el uso de renovables.

En el transporte tampoco se registraron avances. Este sector sigue dominado por los combustibles fósiles, mientras que los biocombustibles y la electricidad representan sólo el 8% de la combinación energética. El rápido aumento de las emisiones de la aviación es alarmante. Para mantenerse dentro de la temperatura deseada, el traslado de pasajeros y de mercancías debe descarbonizarse.

Otro sector en el que se debe poner atención es el de la construcción. Las emisiones de los edificios -que incluyen calefacción, cocina y uso de la electricidad- representan casi un tercio del total de las expulsiones de CO2 relacionadas con la energía. El país redujo las emanaciones de las obras, pero muy ligeramente.

Este es, de hecho, un desafío para todas las naciones: a nivel global, estas emisiones deben aminorarse a la mitad para el 2030, y estar alrededor de un 80% por debajo de los niveles de 2010 para el año 2050, lo que se logrará principalmente a través del aumento de la eficiencia, la reducción de la demanda de energía y la electrificación, junto con la descarbonización completa.

Argentina necesita, además, detener la expansión de la frontera agrícola en áreas de bosque nativo, restaurando zonas deforestadas. De la misma manera, una vía de 1.5°C. requiere de un menor uso de fertilizantes, cambios en la dieta y un mayor desarrollo de la agricultura ecológica.

Pero esta demanda agrícola-ganaderas es también a nivel mundial. Es que las emisiones de metano (causadas principalmente por fermentación entérica) deben bajar un 10% para 2030 y un 35% para 2050 (a partir de los niveles de 2010). Asimismo, las de de óxido nitroso (proveniente del uso de fertilizantes y estiércol) tienen que reducirse en un 10% para 2030 y en un 20% para 2050.