En Argentina, la participación laboral de las mujeres en edad activa es porcentualmente 21 puntos menor que la de los hombres. De la franja etaria entre los 15 y los 59 años, solo el 58% está empleada. En el caso de los varones, en cambio, alcanza el 79%. Estos datos se desprenden de una investigación que realizó el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) a finales de 2019.

En 2017, desde la organización comenzaron a notar un crecimiento en la agenda de los temas de género. “Veíamos que los debates en torno a la autonomía económica estaban invisibilizados. Entonces, sentimos la necesidad de hacer un análisis de la situación, poder diagnosticarla y plantear políticas públicas para resolver estas desigualdades”, expresó Florencia Caro Sachetti, coordinadora de Protección Social de la ONG. El libro que reúne la información recopilada se llama “El género del trabajo” y está disponible en su página web.

Según la organización, en los últimos 50 años se incrementó la participación laboral de las mujeres, pero desde el 2000 hay un estancamiento importante. “A nosotras no solo nos cuesta más acceder, sino que cuando lo hacemos, es siempre en peores condiciones: con más carga horaria, en la informalidad, con trabajos precarizados o salarios más bajos”, afirmó.

Este desequilibrio es a causa de diferentes factores. Entre ellos, las tareas de cuidado y trabajos no pagos que recaen sobre la población femenina. “Si bien se incrementó la participación laboral, no vemos que esto haya generado una redistribución de las áreas no remuneradas”, especificó la autora.

Las tareas de cuidados siguen vinculadas a lo femenino

Además de este componente, existen dos más, que son las normas sociales y legales que actúan ejerciendo presión sobre el mercado laboral. Para Caro Sachetti, “hay estereotipos que asocian ciertas actividades a los varones y otras, a las mujeres. Las tareas de cuidados están vinculadas a lo femenino y el trabajo en el marco del mercado laboral es visto como una tarea masculina. Este ideario de ama de casa y hombre proveedor quedó obsoleto, pero de alguna manera sigue presente y se traduce en discriminación explícita o implícita”.

Más allá de estos prejuicios socioculturales, existen restricciones legales. Según la autora, “son leyes que están hace 50 ó 100 años, pero que siguen vigentes y que establecen que las mujeres no pueden desarrollarse en algunos sectores. La Ley 20.744 de Contrato de Trabajo, que es la que rige las relaciones laborales en el país, en su artículo 176, prohíbe que ellas se desempeñen en ‘tareas penosas, riesgosas e insalubres'”. ¿Qué pasa con los varones? “Esta misma normativa les garantiza protección frente al desarrollo de las mismas actividades”, planteó.

Ley 20.744 prohíbe a las mujeres desempeñarse en tareas penosas, riesgosas e insalubres

La Ley 11.317, de 1924, es otro obstáculo. En 1974 se derogaron algunos de sus artículos, pero quedaron vigentes otros que “prohíben emplear a menores de 18 y a mujeres en trabajos de carga y descarga de navíos, en canteras o subterráneos, como maquinistas o foguistas, en el engrasado y limpieza de maquinaria en movimiento, en el manejo de correas, en cierras circulares, en fundición de metales o en el sopleo bucal de vidrio, en el transporte de materias incandescentes y en el expendio de bebidas alcohólicas”. De esta forma, esta norma que tiene casi 100 años compara a las trabajadoras con menores de 18 años y les impide ejercer diferentes oficios.

Caro Sachetti indicó que para algunas empresas, con esta ley, "es un riesgo contratar a una mujer, porque si hay un problema en el trabajo esto puede generarles conflictos legales por la prohibición está establecida. De alguna manera, la norma legal lleva a la social. Por eso, muchas veces se construye un imaginario sobre lo que las trabajadoras pueden o no hacer sobre los modelos antiguos que siguen vigentes. Esto también contribuye a que haya menos mujeres en cargos jerárquicos tanto en el sector privado como en el público”.

La mayoría de las personas desconoce la vigencia de la normativa y, de acuerdo a lo expresado por la coordinadora de CIPPEC, termina siendo solo un artilugio que utilizan las compañías para no sumar personal femenino. Tal es así que las propias trabajadoras consultadas no estaban al tanto de la existencia de una ley que prohíbe que ejerzan su trabajo.  

“Los desequilibrios que vemos son mucho más grandes en sectores socioeconómicos más bajos y ahí es donde las mujeres tienen más obstáculos y la opción de tener espacios de crianza y cuidados podría liberarles tiempo a ellas para su inclusión laboral”, aseveró.