La pandemia profundizó el hambre y la desnutrición en el mundo
Según un informe de la Organización de Naciones Unidas, 1 de cada 10 personas está malnutrida y las medidas de emergencia no son suficiente. En el país, preocupa el aumento de casos de niños con problemas de obesidad y también de bajo peso.
La pandemia agudizó los índices de inseguridad alimentaria en el mundo y llevó a más de 811 millones personas a la malnutrición. Según un informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas, el 10% de la población global presenta déficit alimenticio, la suba más grande de los últimos 15 años. El país no es ajeno a esta realidad y preocupa el aumento de niños con enfermedades vinculadas a la mala alimentación.
De acuerdo a la investigación El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, elaborada de manera conjunta por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), las medidas adoptadas ante la emergencia del covid-19 agudizaron la precariedad de las condiciones en las que viven las poblaciones más pobres.
Según el estudio, África es el continente donde se ha registrado el mayor repunte del índice del hambre: 1 de cada 5 personas, el 21% de la población, está desnutrida. En segundo lugar se encuentra América Latina y el Caribe (9,1%) y Asia (9%), con subas que van del 1,1% al 2% entre 2019 y 2020.
Mujeres y niños, los más afectados
La inseguridad alimentaria moderada o grave afecta de forma distinta según el sexo y la edad. El índice presenta una tasa 10% más alta entre las mujeres que entre los hombres durante el 2020, frente al 6% registrado un año anterior.
En tanto, los niños menores de cinco años también se encuentran entre los más perjudicados. Se estima que unos 149,2 millones (22%) sufrieron retraso de crecimiento el año pasado. Casi las tres cuartas partes de ellos viven en Asia central y meridional (37%) y África subsahariana (37%).
Los responsables del informe señalaron que el alto costo de las dietas saludables y la caída en la capacidad de generar ingresos son dos de las grandes razones que empujaron a que haya más personas mal alimentadas y con serios problemas de nutrición.
Además reconocieron la falta de garantías en los accesos a los sistemas de salud, protección, alimentación, educación y protección social por parte de los Estados. Los organismos advirtieron que estamos ante una coyuntura crítica y convocan a que se implementen políticas de urgencia y se destinen fondos suficientes para combatir el flagelo.
Qué sucede en Argentina
El país no escapa al desalentador panorama. En base a un informe realizado por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI), con la llegada de la pandemia se multiplicó la asistencia de familias en comedores y 1 de cada 4 niños, niñas y adolescentes que asisten presenta algún signo de malnutrición.
Muchas personas que antes de la llegada del covid tenían trabajo informal lo perdieron y encontraron en las organizaciones barriales un plato de comida. “De un día para el otro, quedaron sin poder hacer ni una changa y tuvieron que recurrir al comedor para poder consumir algún tipo de alimento”, afirmó Laura Lonatti, coordinadora del área de Salud del ISEPCI, a ElAuditor.info.
La obesidad y el sobrepeso suelen quedar invisibilizados entre las políticas de estado, pese a ser problemáticas muy complejas.
En el estudio realizado por el ISEPCI registraron que entre los niños de hasta 12 años que asisten a comedores hay una preeminencia de sobrepeso u obesidad. “Es un factor que venimos notando en los estudios más recientes y que tienen que ver con la comida a la que pueden acceder las familias. No es una alimentación variada que incluya lácteos, frutas, verduras o carnes. Si bien hay muchas personas que presentan bajo peso y una desnutrición importante, el exceso de peso es otro alerta a atender”, indicó Lonatti.
Además, la investigadora destacó que los comedores barriales suelen abastecerse de programas alimentarios que tampoco suministran alimentos ricos en nutrientes y muchas veces esa carencia es subsanada por lo que pueden conseguir las personas que están a cargo del lugar y de la ayuda que se organiza en el barrio.
La obesidad y el sobrepeso suelen quedar invisibilizados entre las políticas de estado, pese a ser problemáticas muy complejas. “Hoy tenemos niños con hipertensión, con diabetes, enfermedades que eran de adultos. Muchas familias se ven agobiadas porque no tienen acceso a otro tipo de dietas y a un sistema de salud”, afirmó Lonatti.