Sin dudas se quiso hacer una revolución pero solo se logró concretar una protesta bulliciosa y masiva que influyó en las décadas que le siguieron. Fue entre mayo y junio de 1968 en Francia, una década añorada en la Argentina por la divulgación de nuevas formas de cultura, cambios de escritura en diarios y revistas, la pintura y el descubrimiento de los escritores latinoamericanos.

Aunque al mismo tiempo, repudiable por el golpe militar encabezado por el general ultramontano Juan Carlos Onganía que expulsó de la Casa Rosada a un presidente legítimo, Arturo Umberto Illia, médico y dirigente del partido radical, ex-vicegobernador de Amadeo Sabattini, en Córdoba.

No fue aquel el único golpe militar en esa década. El 29 de marzo de 1962 se destituyó al presidente Arturo Frondizi, quien fue acorralado a lo largo de su gestión por 32 planteos de las Fuerzas Armadas. En ese tiempo de aparición de importantes revistas semanales y diarios, mostraron a los argentinos todas las manifestaciones y nuevas ideas que circulaban por el mundo.

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Precisamente, el 9 de octubre de 1967 lo mataron al guerrillero foquista Che Guevara, un argentino que había participado en la revolución cubana comandada por Fidel Castro y otros más en 1959. El Che oficiaba de mito, casi de leyenda, para una parte de la juventud argentina, la misma que en la década del '70 integraría los grupos guerrilleros para tomar el poder en el país, aplicando una ideología que los llevaría a la muerte. 

El Che estaba convencido que reproduciendo el proceso llevado a cabo en la Sierra Maestra cubana en Bolivia se ganaría la voluntad de los campesinos y de los centros urbanos. Quería empezar en Bolivia para pasar luego a la Argentina. Muchos latinoamericanos también creían que la protesta armada, estilo Che Guevara, los conduciría a cambiar todo y dirigir sus países. Todos fracasaron, menos en Nicaragua, varios años después.

Guevara buscaba reparar el desastre de un foco guerrillero anterior, en Salta, a través de Bolivia, dirigido por su amigo argentino Jorge Masetti, un ex-periodista, en septiembre de 1963, y con combatientes en su mayoría estudiantes universitarios. 

Masseti envió una carta intimidatoria al presidente Illia. Cercado por fuerzas militares, en fuga constante, el grupo heterogéneo conducido por él, conocido como el "Comandante Segundo" fue muriendo de sed y de hambre.

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La rebelión de Mayo Francés, en París, no perseguía apropiarse del poder político sino cambiar la sociedad, reivindicar libertades. El 3 de mayo de 1968 los estudiantes de la clausurada Universidad de Nanterre, en la periferia de la capital, en un barrio obrero, se trasladaron a la histórica Sorbona. 

Intervino la policía y hubo 600 detenidos. Se levantaron barricadas, el mismo procedimiento implementado en las revoluciones francesas del siglo XIX. Dos semanas después había 10 millones de obreros participando en una huelga general, convocados por los sindicatos en una paralización sin precedentes en la Francia de posguerra.

Los cimientos de la conducción política de la república francesa temblaban. Dejaron de funcionar fábricas, trenes, aeropuertos. Casi ningún automóvil circulaba en la ciudad. La televisión y las radios se plegaron a la protesta. Hasta el festival de cine de Cannes se interrumpió.

Mayo del '68 francés guardaba muchas causas, como el ecologismo que estaba todavía naciendo, la libertad sexual, la educación igualitaria, el feminismo. Empero el sistema no cambió con las movilizaciones. Fue, sin duda, una eclosión de libertades y causas heterogéneas.

Pedían cambios en los criterios tradicionales, el rechazo a todas las discriminaciones. Varios escritores e intelectuales resumieron aquel mayo como "un gran susto" para todas las instituciones del Estado. Empezó como un "manual de quejas" en las universidades y acabó como un ensayo general revolucionario contra el autoritarismo. Los obreros le cedieron a los estudiantes el monopolio de las quejas y críticas.

Esa fecha también fue una revolución de los carteles y pintadas en los frentes de los edificios. Algunos de ellos: "prohibido prohibir", "haz el amor, no la guerra" y "bajo los adoquines están las playas". También fue un movimiento contra la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Nacía nueva cultura juvenil rebelde porque el mundo estaba cambiando, en todos los sentidos. 

En Estados Unidos, a lo largo de la Guerra de Vietnam que mató 50.000 soldados norteamericanos y otros 200.000 recibieron heridas que destrozaron parte de sus cuerpos, los universitarios del país se juntaron y se manifestaron.

La indignación por la guerra de Vietnam fue un generador de revueltas que se conocieron en muchos países de América y de Europa. Hubo manifestaciones masivas en Alemania y Holanda, en México y Checoslovaquia contra el comunismo, que se tradujeron en una intervención militar rusa. Se cuestionó con gravedad la sociedad de consumo. 

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En Estados Unidos también había largas caminatas de afroamericanos buscando su reconocimiento en una sociedad que no quería darle los mismos derechos de los blancos. Asesinaron a un líder pacifista, el reverendo Martin Luther King. También mataron, en los comienzos de esa década, al presidente Kennedy. Después, vino la crisis de los misiles con Cuba y el Kremlin. La guerra atómica entre las potencias estuvo en un máximo riesgo.

Un dirigente de la protesta estudiantil fue Daniel Cohn-Bendit, nacido en Alemania, de mucha exposición mediática. Mayo del 68 permitió la creación efímera del "Movimiento 22 de marzo" cuando 142 estudiantes tomaron la Universidad de Nanterre. Estaba formado por anarquistas, comunistas, trotskistas y un grupo llamado "Los Indignados".

En la universidad elitista La Sorbona, un instrumento de poder, los estudiantes encontraron complicidades en prestigiosas figuras intelectuales que los alentaron, como Jean Paul Sartre, autor de la frase "la imaginación al poder" y el sociólogo Alain Touraine.

El gobierno estaba a cargo del héroe nacional Charles De Gaulle, quien en su momento sumó tropas francesas a los aliados contra Alemania. Su primera reacción fue enviar a las tropas "antidisturbios". La represión no fue solución. Entonces optó por disolver la Asamblea Nacional, cambiar el gabinete y convocar a elecciones el 30 de junio. Su carrera política quedó derretida, dimitió en 1969 y le cedió la autoridad a su ex-primer ministro George Pompidou. Al poco tiempo del retiro, De Gaulle murió. Y el líder Cohn Bendit huyó ante las persecuciones a Alemania donde comenzó a crear el Partido Verde, que sigue teniendo mucha vigencia en las elecciones y en el Parlamento Europeo. 

Un año más tarde, el 29 y 30 de mayo de 1969 detonó en Córdoba, Argentina, una revuelta popular, de sindicatos y estudiantes contra el gobierno golpista de Onganía y las pretensiones de cambio de su ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena.