Moda rápida: cómo afecta a las condiciones sociales y ambientales
Se realizó un nuevo conversatorio en el marco de Circular, una iniciativa que impulsa Fundación Éforo y que apunta a reflexionar sobre los efectos de la moda en el trabajo, el consumo y el ambiente. En esta ocasión participaron Graciela Camaño, María Laura Ferrante y Jesica Pullo.
El modelo de negocio de la moda rápida (fast fashion) se basa en el deseo de los consumidores de llevar siempre ropa nueva. Sin embargo poco se repara en los efectos que implica este tipo de uso. En el marco de la Iniciativa Circular, impulsada por Fundación Éforo, se realizó un nuevo conversatorio sobre el impacto de la moda en el ambiente y cómo están afectados los derechos laborales de la industria.
“Corte y convicción” fue el nombre de la charla que se desarrolló en El Obrador Centro Creativo y contó con la participación de la diputada nacional Graciela Camaño, la coordinadora para la Lucha contra la Trata de Personas y el Trabajo Forzoso y para la Asistencia a las Víctimas (COOTRAVIC), María Laura Ferrante, y la coordinadora de Fashion Revolution Argentina, Jesica Pullo.
Durante el encuentro que estuvo coordinado por la vicepresidenta de Éforo, Carla Pitiot, se debatió sobre a qué debemos prestar atención como consumidores al comprar ropa, el impacto de la moda rápida en el ambiente, las condiciones en las que trabajan las personas en la industria textil y sobre el costo real de la moda más allá del precio que pagamos.
“Es hora de dejar de consumir más de lo que podemos usar”.
“Hay que sumar información para tener más conciencia ambiental”, sostuvo Camaño y destacó la importancia de que los gremios aborden la problemática. “Es un deber de todos los argentinos. Los recursos naturales no son de la provincia o de la Nación sino que son bienes nuestros y de las generaciones por venir. Es un daño que cometemos en el presente y afecta al futuro”, señaló la diputada.
Además sostuvo que “es hora de dejar de consumir más de lo que podemos usar” ya que las prendas que se producen tardan “más 200 años en degradarse”. “La industria de la moda es la segunda consumidora de agua y de las más contaminantes junto a la del petróleo”, agregó.
Con respecto a las condiciones laborales, Camaño aseguró que las más afectadas son “las mujeres y niños” ya que muchos prestan su fuerza de trabajo de manera clandestina y muy precarizada. "No es un tema menor ni frívolo, sino que requiere compromiso de todos y responsabilidades de la dirigencia política”, aseveró Camaño.
“Desastre ecológico”
Por su parte, Carla Pitiot señaló “hay un gran desastre ecológico” y destacó la importancia de que una fundación con vinculación sindical se ocupe del tema.
“Debemos atenderlo porque tiene que ver con el impacto social y ambiental y también con el trabajo. La moda a veces es considerada solo superficial y en realidad es una industria muy grande que implica una toma de conciencia y de decisiones politicas sobre cómo se fabrica”, aseguró Pitiot.
En este sentido, Ferrante afirmó que la trata de personas “es un crimen organizado a nivel trasnacional” y atenderlo “es una responsabilidad de todos”. Además sostuvo que uno de los objetivos en los que se está trabajando es en la trazabilidad “porque las denuncias recaen siempre en el último eslabón de la cadena, en el tallerista o en la economía popular”.
Para Pullo se debe garantizar que se cumplan las leyes laborales. "Hay una urgencia que atender desde lo laboral pero también desde la legislación. Hay una connivencia entre los estados y las empresas”, aseguró.
Del encuentro también participaron Federico Recagno, presidente de Fundación Éforo; Chabeli Rodríguez, presidenta de Andes; y Francisco Caporiccio, de Ciclos, Así de Simple.