Publicado en el suplemento

Acciones para la Participación Ciudadana, de Diario Perfil

Dos muertos en brutales accidentes de tránsito en la provincia de Buenos Aires. El primero se produjo sobre la Ruta 5 en el acceso a General Rodríguez y otro sobre la Ruta Provincial 51 a la altura de la ciudad de Laprida.

Trágico accidente: fallecieron un padre y sus dos hijos, mientras que sus dos hijas quedaron gravemente heridas. Ocurrió en el kilómetro 40 de la Autopista del Oeste.

Dos trabajadores de la salud murieron, tras un accidente de tránsito en Castelli. Una enfermera fue trasladada para ser atendida.

Los titulares de diarios y portales de noticias se repiten de manera constante, casi al límite de naturalizar las situaciones. Es una certeza, y los especialistas se cansan de repetirlo, que los siniestros viales representan la primera causa de muerte en menores de 35 años. ¿Por qué no hablar de accidentes? Como suelen repetir los expertos, si se puede evitar, no es un accidente. ¿Cómo revertir esto? ¿Qué pueden aportar las organizaciones de la sociedad civil?

Según datos de la ONG Luchemos por la Vida, el año pasado murieron 6.627 personas producto de diferentes incidentes viales. Esto equivale a 19 víctimas fatales por día, o 552 por mes. Del total, 2.123 siniestros fueron en la Provincia de Buenos Aires.

“Este va a ser un año atípico. Tendremos un descenso marcado de muertes en términos absolutos. No podemos adjudicarnos un mérito, ya que tiene que ver con la baja de la circulación”, adelanta Pablo Martínez Carignano, director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV).

Su visión sobre el tema es particular: “Esto es una cuestión de salud pública. Cuando escuchamos a los ministros de Salud nacional o provinciales decir que encontraban camas vacías en los hospitales porque no competían con los siniestros viales, se puede tomar dimensión de que esto tiene una relación directa”.

¿Cuáles son las principales causas de incidentes viales? “El exceso de velocidad es la primera, como también el motivo de agravamiento de cualquier siniestro. Luego, entre los factores aparece el consumo de alcohol”, asegura.

Desde la ANSV, consideran que la radarización es el método indicado para identificar y sancionar a quienes exceden las velocidades máximas permitidas. ¿Cómo hacer para que la gente no vea esto como una medida recaudatoria y entienda que busca evitar siniestros viales? “Trabajando seriamente. Hay que instalar un radar que marque la velocidad máxima y funcione a partir de ahí. Si está atrás de un árbol, escondido en una curva y sanciona cuando la máxima es de 40 kilómetros por hora, no sirve, se degrada el control. La idea es que, por ejemplo, si en Panamericana la máxima es 130, se multe a quienes excedan esa velocidad”, considera Martínez Carignano.

Según datos de la ONG Luchemos por la Vida, el año pasado hubo 19 víctimas fatales por día, lo que sería 552 por mes. Del total, 2.123 siniestros fueron en la Provincia de Buenos Aires.

El gran problema que aparece en el Noroeste (NOA) y Noreste Argentino (NEA) son las motos. Allí, entre el 60% y el 70% de los involucrados en siniestros viales son motociclistas. Desde la ANSV, afirman trabajar para resolver dos grandes problemas en ese sentido: la deficiencia a la hora de otorgar licencias y la falta de uso del casco. Por eso, buscan comprometer a distintos famosos y figuras públicas para que ayuden a concientizar sobre los cuidados que deben tenerse a la hora de conducir este tipo de rodado.

El casco es de uso obligatorio para motos, bicicletas y cuatriciclos. Es importante que esté bien colocado, ya que los golpes en la cabeza son la primera causa de muerte en los incidentes con motocicletas. ¿Cómo ayuda? Dispersa la fuerza del impacto sobre una superficie más grande, con lo cual hace que no se concentre en áreas particulares de la cabeza.

Además, previene el contacto directo entre el cráneo y el objeto que hace impacto, al actuar como una barrera mecánica entre la cabeza y el objeto; el material mullido incorporado en el casco absorbe parte del impacto y, en consecuencia, la cabeza se detiene con más lentitud. 

Es relevante que tengan visera para proteger los ojos. Además de contar con un material resistente a los golpes, protege del viento, polvo, barro, agua e insectos.

Por último, debe ser liviano, de tamaño adecuado, que permita oír y esté fabricado bajo normas IRAM, con sus partes homologadas por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Tiene fecha de vencimiento por la vida útil de los elementos que lo componen y hay que cambiarlo al sufrir el primer golpe.

El auge de las bicicletas no se detiene y cada vez es más común cruzarse con ciclistas en las calles, que en muchos casos tienen ciclovías o bicisendas, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires. Con la misma naturalidad que se asume su presencia, se suele observar que cometen infracciones de tránsito que no se castigan. “Son un actor más y les caben las mismas responsabilidades que a cualquier conductor, pero no se multa a un ciclista, como tampoco a un peatón, porque encierra una dificultad logística. El auto tiene su patente, se identifica y se hace multa. A un ciclista hay que pedirle DNI y si no lo tiene, hay que llevarlo a una dependencia para identificarlo. Nadie asume esta tarea.  En otros lugares del mundo se hacen multas”, afirma el director de la ANSV.

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