La llave permanece en la puerta. En sus vueltas, niega y da el paso a voluntad.

El gatillo retrocede y apura la bala, kamikaze que cumple instrucciones.

Las monedas reposan en el bolsillo, despiertas por la ansiedad de conocer su destino. Dicen querer ser generosas pero suelen elegir el egoísmo.

El clavo aguarda el golpe del martillo, no es maltrato, repite, ambos nacieron con una rutina impuesta. Es cruz o es cara.

El alambre se extiende y marca territorios y pertenencias. La canilla se pega a la pared y gira al azar, es sed o riego.

La daga, el candado, la espada, la cadena, el puñal, el cerrojo, la reja. ¿Es el metal el que da la orden fría? ¿Es la mano? En el juicio, estas cosas presienten que les echarán la culpa.