Jurar. Jurar decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, y, por fortuna y gracia genética, llevar los dedos cruzados al nacer.

Jurar por Dios, como jura Judas mientras se humedece los labios para el beso delator.

Jurar por la familia y subir la escalinata detrás de Marco Bruto, con su misma intención, conspirar contra César y empuñar la daga.

Jurar por los hermanos, pero un hechizo del sueño nos convierte en Caín en cada despertar.

Jurar por la paz dentro del Caballo de Troya.

Jurar por la Constitución con la tinta fresca, ya que la acaba de reescribir la mano del que desea el beneficio propio. Viene con notas al pie que son iguales a las excusas.

Jurar. Jurar y jurar. Jurar ya es un requisito y una obligación, mientras tanto, como contrapartida y para compensar, perjurar se va convirtiendo en un derecho.