El pozo ciego
Baja a la trinchera. Se mete en el pozo, es hora de disparar adjetivos calificativos, negativos, agresivos.
Se enmascara, se esconde, se pinta el rostro, se confunde con el paisaje, se posiciona, se agazapa en el fondo en sombras. El mejor tiro es el que no indica de dónde partió, ni de quién.
Con su ametralladora escupe las palabras o sólo escupe. Sabe que la saliva digital hirió, porque la verdad, que cree de su lado, lastima al otro, al que se obstina en ser distinto.
Ya es tarde, apaga la computadora, deja el teléfono, mira alrededor y, aunque no se da cuenta, permanece en el pozo, ciego.