Así como el carruaje de Cenicienta se convirtió en calabaza después de medianoche, el Metrobus de Juan B. Justo resultó ser solo un sistema de carriles exclusivos. Es que, según un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) existió “una modificación sustantiva en el objetivo de la obra” y el colectivo de transito rápido con estaciones cerradas e ingreso con molinetes terminó siendo solo una vía con prioridad.

Los auditores detectaron que en el proyecto licitado no se resolvieron algunas cuestiones jurisdiccionales que “derivaron en que las estaciones terminen siendo abiertas en lugar de cerradas”, principal motivo por el que el Metrobus pasó de ser un BRT (colectivo de tránsito rápido) a un sistema de carriles exclusivos. Es que “mientras que a la Ciudad le compete la infraestructura por la que circulan las líneas de colectivos, es la Nación la que regula las líneas de transporte público que conforman el Metrobus” y según el organismo de control esta diferencia “cambió la idea original”.

Pero esa no fue la única modificación que sufrió la obra: se tuvieron que contratar trabajos extras porque se omitió la sobrecarga de los “paradores” sobre la estructura del Arroyo Maldonado. 

Las obras estuvieron bajo la órbita de la Dirección General de Obras de Arquitectura, dependiente del Ministerio de Desarrollo Urbano. Para la elaboración de la propuesta del Metrobus, el ente realizó la correspondiente búsqueda de información. En ella, “le pidió a la Dirección de Infraestructura una evaluación del impacto que las obras podrían tener sobre el Arroyo Maldonado”.

Respecto a esta solicitud, los auditores observaron que “no se profundizó el análisis de los antecedentes de los materiales y el suelo, ni las tareas de relevamiento en los sectores representativos del Arroyo”. Además, “se hizo un informe poco detallado de la situación que luego se pidió archivar por motivos que no se pudieron conocer”.

Este evidente desinterés por cómo podría llegar a influir la construcción de los carriles exclusivos sobre las zonas por las que pasa el flujo de agua terminó en algo evidente: “La necesidad de contratar trabajos no previstos en ese documento original, encareciendo la construcción en un 28,71 %”. 

Pero luego de la construcción de las estaciones, "no se detectó la realización de un relevamiento completo de la estructura del Arroyo para detectar posibles puntos de degradación y hacer su consecuente reparación".

En el informe, aprobado en diciembre de 2013, se expone que “tampoco se observó que se le haya dado intervención a la Unidad de Proyectos Especiales del Arroyo Maldonado” que tiene entre sus objetivos “la ejecución, control y seguimiento de todas las obras de los túneles aliviadores”.


Otro punto a resaltar del informe es que “el llamado a licitación se hizo con un anteproyecto”, es decir no tenía las precisiones necesarias para una obra de esta envergadura, por lo que hubo varias modificaciones realizadas durante su ejecución que derivaron en sustanciales diferencias económicas. En consecuencia, los gastos ascendieron en un 150,91%  en 2011 y dejaron en descubierto “la deficiencia en la planificación y en la determinación de los lineamientos generales para la formulación presupuestaria”. Y, a nivel general, a la empresa RIVA S.A se le abonó un total de $67 millones.

De todas formas, los auditores porteños manifestaron que “el Metrobus de Juan B. Justo es un proyecto piloto por lo que se espera que los nuevos sistemas vayan incorporando mejoras en varios aspectos”. 

Bingo

Por todos los imprevistos y las consecuentes modificaciones (anteriormente mencionadas), la AGCBA determinó que se incumplió con las siguientes normas:


•    Artículo 4 de la Ley de Obras Públicas
•    Artículo 48 de la Ley de Gestión, Administración Financiera y Control del Sector Público.
•     Artículo 88 de la Ley de Compras y Contrataciones
•    Presentación en tiempo y forma del Certificado de Aptitud Ambiental en la etapa previa a la aprobación de pliegos