Los servicios de cirugía cardiovascular infantil que prestan los Hospitales porteños Ricardo Gutiérrez y Pedro de Elizalde presentan “debilidades” como la “escasa disponibilidad de camas, falta de nombramientos de personal, tanto médicos como enfermeros, y una demanda insatisfecha que se manifiesta en la lista de espera”, concluye un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA).

De las 21 camas que el Hospital Gutiérrez tiene para este servicio, solamente funcionan diez. El área cuenta con una sala de recuperación de nueve camas, pero se usan seis por falta de enfermeros. La carencia de personal también afecta a la sala de terapia intermedia, con cinco camas, que no está habilitada. En la planta quirúrgica del centro de salud, el organismo de control detectó “cañerías de desagüe obturadas, vidrios rotos, filtraciones en los techos, falta de pintura, de aire acondicionado y de una sala de espera para los padres” de los pacientes. Asimismo, hay “irregularidades administrativas”, como la presencia de “empleados que realizan servicios sin nombramiento municipal”.

Por otro lado, en el Hospital Elizalde funciona sólo uno de los dos quirófanos dedicados a atender a los chicos con cardiopatías congénitas. En el centro de salud de Constitución también falta personal: al momento del trabajo de la Auditoría, 2007, no había perfusionistas nombrados. Estos profesionales se encargan de asistir a los cirujanos antes, durante y después del acto operatorio y, desde 2006, hay tres nombramientos en trámite. Además, tampoco hay una caja con instrumental quirúrgico y son los médicos de la unidad los que deben llevar sus propios materiales.

Entre los dos hospitales suman 408 pacientes en lista de espera. Según la AGCBA, en el Gutiérrez hay 180 chicos que aguardan para ser operados, el último registrado tiene turno para dentro de un año. También hay 58 anotados en una “lista volante” que comprende las situaciones clínicas de los que deben ser intervenidos inmediatamente. En el Elizalde, en tanto, la lista asciende a 170 y el último chico debe esperar ocho meses para ser atendido.