La Dirección de Mantenimiento de la Red Pluvial de la Ciudad de Buenos Aires cambió de director en siete oportunidades desde que fue creada, en abril de 2006, hasta el cierre de un informe de la Auditoría General porteña (AGCBA), aprobado a fines del año pasado.

Según el organismo de control, ninguno de los funcionarios duró en su cargo más de 10 meses. De hecho, mientras se realizaba la investigación, el entonces director renunció luego de estar sólo seis meses y 17 días al frente de la dependencia que controla el estado de los sumideros y funciona bajo la órbita del Ministerio de Espacio Público.

Con respecto a la labor de la Dirección, la AGCBA señaló que la metodología para verificar los desagües es “ineficaz” y que faltan elementos para realizar los trabajos correctamente. El organismo de control acompañó a los verificadores de la dependencia y detectó que hacen sus recorridos solos, sin ningún colaborador, “lo que dificulta el relevamiento del estado de los sumideros en casos en que no puede detener el vehículo por falta de un lugar donde estacionar, situación que se dio repetidamente”, narró el informe y añadió que hubo “episodios en que las grúas de tránsito, que trabajan al servicio del Gobierno de la Ciudad, se llevaron los móviles”.

Asimismo, se detectó la “falta de un plano de catastro de sumideros” en los recorridos relevados, lo que provoca que los agentes se puedan saltear desagües. Y tampoco tienen un listado con los trabajos realizados por las empresas contratistas “para cruzar con el estado de mantenimiento” de las bocas de tormenta, explicaron los auditores.

Con todo, en las recorridas se encontraron “muchos sumideros en mal estado de mantenimiento y con otras deficiencias (como) obstrucciones que aparentan tener largo tiempo de existencia por estar materializados por barros endurecidos, faltante de tapa de inspección con peligro para peatones, sumideros anegados y con olores cloacales”.

La Auditoría porteña verificó además la “falta de comunicación y coordinación directa” entre la Dirección de la Red Pluvial y la de Obras de Ingeniería, que depende del Ministerio de Desarrollo Urbano y también ejecuta nuevos desagües. Otras áreas de esta cartera, dependientes en este caso de la Subsecretaría de Proyectos de Urbanismo, Arquitectura e Infraestructura, “también construyen sumideros en la Ciudad sin proceder a la debida comunicación a la Dirección”, dice la investigación y ejemplifica: “En ocasión de la visita realizada por el equipo auditor acompañando el recorrido de verificación, se encontraron dos sumideros construidos por otro organismo y que la Dirección de la Red Pluvial no tenía registrados”.

Por el lado de las empresas contratistas, la AGCBA afirmó que todas “disponen de menos camiones desobstructores que los exigidos en el pliego de especificaciones técnicas”.

Para chequear el estado de las bocas de tormenta, existen Sistemas de Información Geográfica (GIS) que “no se encuentran plenamente funcionales, homogéneos ni accesibles a cinco años del inicio del contrato”, apunta la Auditoría. Es que, según el trabajo, la información del historial de cada desagüe “no es confiable; se encontraron sumideros totalmente obstruidos pero que aparecían en el GIS como limpiados, en normal funcionamiento y conservación”. Pero hay más, “no existe un único sistema GIS”, sino que cada empresa propuso el suyo, que son de diferente configuración, modo de acceso y exposición de la información. Por esta incompatibilidad, la AGCBA concluyó que se pone en riesgo la eventual incorporación de los sistemas de las contratistas a un GIS general de la red hidráulica de la Ciudad.

Pese a estas y otras “irregularidades que hubieran merecido sanción”, el organismo de control descubrió que la Dirección de Red Pluvial porteña no penalizó a las empresas cuyos contratos debían terminar en junio de 2008 pero fueron prorrogados al 31 de mayo de este año.

Hasta diciembre de 2008, la Ciudad contaba con un complejo entramado de 27.534 sumideros, casi 1.200 kilómetros de conductos distribuidos por todo el territorio, estaciones de bombeo y lagos reguladores. Ese es el universo que debe controlar la Dirección General de la Red Pluvial porteña.