Después de la crisis económica y social de 2001-2002, el sistema público de salud de la Ciudad de Buenos Aires estaba desabastecido de elementos básicos. Así fue como en octubre de 2003 se puso en marcha un plan que sería administrado por el Ministerio de Salud porteño, bajo un modelo del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que buscaba mejorar el mecanismo de compra y entrega de insumos para los hospitales porteños.

El Proyecto AGR/02/019, “Nuevo sistema de gestión de insumos médicos”, buscaba garantizar la articulación de los actores que intervienen en el circuito de abastecimiento de medicamentos, y dotar del “know how” necesario para administrar la política de salud. Sin embargo, un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA), afirma que “estos objetivos interesantes no se cumplieron y, por el contrario, se llegó a resultados negativos en términos de economía, eficiencia y eficacia”.

Es que los cronogramas de entrega no fueron completados y, de hecho, varios hospitales porteños aún esperan por elementos que debían haber recibido el año pasado. Además, el proyecto PNUD “no garantizó la obtención de mejores precios”, que era una de sus metas más importantes.

El Hospital Argerich, por ejemplo, había pedido para 2007 unas 8.400 unidades de gasa hidrofílica tubular de las que, hasta noviembre de ese año, sólo se habían entregado 1.349. En tanto, el 11 del mismo mes, el centro solicitó su partida semanal de 260 tiras reactivas para medir glucosa en sangre y, pese a que el envío figuraba en el stock del “operador logístico” –la empresa contratada para concentrar y distribuir los bienes adquiridos-, el remito de esa semana registra el “faltante” del producto.

La Auditoría detectó que hasta el 31 de diciembre de 2006 no se había entregado ninguna de las 12.500 unidades de electrodos adultos que el Hospital Tornú había pedido para todo el año.

En el Santojanni solicitaron 16.764 unidades de amoxicilina de 500 miligramos en comprimidos que iban a cubrir el primer semestre del año pasado, pero “lo efectivamente entregado hasta el 31 de julio de 2007 fueron 5.108 unidades, de lo cual se desprende un déficit de 11.656 (dosis) para el período”, detalla la AGCBA. Asimismo, en 2006 se había adjudicado al Hospital unas 15.400 piezas de gasa hidrófila tubular, de las que recibió 4.375 ese año y 9.211 al siguiente, es decir, al 31 de diciembre de 2007 quedaban pendientes de entrega unas 1.814 piezas.

Con el plan en marcha, el PNUD “no siempre obtuvo mejores precios”, dice el informe y ejemplifica que, para comprar en 2005 algodón hidrófilo plegado por 500 gramos, se pagó mediante el proyecto $ 2,40 por unidad, mientras que en procesos licitatorios de los hospitales, el mismo insumo costaba $ 2,38. Lo mismo ocurrió con el oxígeno gaseoso, valuado $ 3,86 con el PNUD y $ 3,29 en otras licitaciones.

A estas irregularidades debe agregarse otra que terminó afectando el presupuesto de los hospitales de la Ciudad. La Dirección de Planeamiento y Control del Ministerio de Salud había decidido que los insumos comprados a través del proyecto PNUD no podían ser incluidos en órdenes de compra que emitían los centros de salud. Es decir, los elementos pedidos con el plan no podían ser comprados por otra modalidad desde los propios hospitales.

Si bien para la AGCBA esta prohibición resultó “razonable desde el punto de vista administrativo”, en la práctica sumó otro inconveniente porque no se garantizó la entrega en tiempo y forma de los insumos adquiridos. “Pese a la restricción, los hospitales se vieron obligados a recurrir a los fondos de emergencia para suplir los faltantes”, explica el organismo de control y completa: “Esto provocó un perjuicio presupuestario ya que (los centros de salud) debieron destinar partidas a la compra de insumos que ya estaban presupuestados en las compras centralizadas” del proyecto PNUD.