Hay una dependencia dentro del Estado porteño en la que coexisten tantas normativas, que la división del trabajo tiene límites difusos, lo que provoca que se registren duplicación de funciones y, como contrapartida, que haya tareas que nadie haga. Se trata de la Dirección General de Inspección, un área que se encarga que chequear la higiene urbana, desratizar edificios públicos, fiscalizar volquetes y vigilar que los grandes generadores de residuos cumplan con su obligación de separar la basura en origen. Según un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA), una de las consecuencias de esta “multiplicidad de normas”, es que ninguna oficina controla que se respeten las reglas vigentes en materia de deposiciones de perros.

Más allá de las heces caninas, el organismo de control añade que algunas de esas normas exceden incluso las capacidades de la Dirección. Por ejemplo, la que le impone la higienización del espacio público con apoyo policial, en caso de que fuera necesario, “cosa que la entidad carece”, dice el informe.

Puertas adentro

La Dirección en cuestión nació en 2007 y su organigrama se modificó por decreto en 2009. La AGCBA apunta que esa estructura formal, aprobada en segunda instancia, “no consideró las necesidades reales” del área, lo que generó que el Director General creara oficinas “de hecho”. Así, para los auditores, puertas adentro de la dependencia comenzó a registrarse un “alto desarrollo de una estructura informal, con responsables a cargo que se mantienen en un nivel de incertidumbre inapropiado para el tipo de acciones que ejecutan”.

Más sobre el personal. El Informe, aprobado en 2010, reconoce que “los recursos humanos presentan un alto nivel de compromiso y conocimiento de las tareas operativas que realizan”, aunque observa que la dotación de empleados “es insuficiente”, y alerta que a los agentes que hacen desinfección, desinsectación y desratización en edificios públicos “no se les aplica controles sanitarios ni clínicos, tal como lo exige la Ley 19.587 de higiene y seguridad de trabajo”.

Por otra parte, la Auditoría afirma que la Dirección y sus áreas “no emplean instrumentos que optimicen y mejoren el desarrollo de sus tareas, como un sistema geo-referenciado de inspecciones y operativos”. Asimismo, la investigación reconoce una “baja valoración de los elementos” que brinden una adecuada difusión de sus acciones, y ejemplifica: “Esto se evidencia en el desconocimiento –por parte de la dependencia- de la información desactualizada que brinda la página de internet del gobierno de la Ciudad respecto a las actividades que desempeña”.

Tareas

Entre las funciones de la Dirección de Inspección porteña está el control de los volquetes y las sanciones en caso de infracciones. La AGCBA detectó que la dependencia no sabe cuántos volquetes hay en la Ciudad; que las empresas no retiran los que son incautados porque, en mayor medida, son firmas que no están registradas en la actividad, y que los “volquetes en sí mismo no cumplen las condiciones requeridas para su diseño y seguridad” según las normas vigentes.

Además, el organismo debe vigilar que los grandes generadores de residuos hagan separación de basura en origen. Pero el propio Director le dijo a la Auditoría que se dejó de controlar este aspecto “por la falta de recursos materiales, humanos y de estructura”; de hecho, agregó que no dispone del registro de grandes generadores de residuos.

Palabra de Director

Ante la consulta de los auditores, el titular de Inspección de la Ciudad habló sobre las carencias de personal y fondos de su área. “El principal riesgo es la falta de asignación de recursos presupuestarios suficientes para cubrir los gastos generados por las acciones que se llevan a cabo. La Dirección es un organismo de reciente creación que adoleció de un equipamiento suficiente desde el inicio. En este sentido –continúa el funcionario-, necesita equipamiento edilicio y tecnológico adecuado, uniformes, insumos, etcétera, tanto para la prestación de los servicios personales como del almacenamiento de elementos químicos. Lo ideal sería contar con un único edificio en el cual se agrupara la totalidad de las áreas y direcciones, y que permitiera el resguardo de los productos químicos”. Por último, el director identifica como algo “riesgoso” el depósito y control de los volquetes.