Para cumplir con el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que hace seis años ordenó el saneamiento del Riachuelo, la Ciudad de Buenos Aires creó un Departamento específico encargado de ejecutar un Programa de Salud orientado a la población de la zona de influencia de la Cuenca. Sin embargo, y pese a que la función del área es la vigilancia epidemiológica de los problemas derivados de la contaminación del medio ambiente, un informe de la Auditoría General porteña (AGCBA) detectó que el Estado de la Capital Federal no aumentó el presupuesto de la iniciativa.

Según la investigación, aprobada a fines del año pasado sobre datos de 2011, la falta de incrementos de los fondos “imposibilita la realización de acciones sostenidas de promoción de la salud y prevención de la contaminación ambiental”. Además, se destacó que esta situación genera que los cuatro hospitales generales de agudos que intervienen en el Programa, Santojanni, Argerich, Piñero y Penna, no dispongan de “equipamiento informático ni de movilidad para conformar de una red de diagnóstico y monitoreo integrada”.

La detección toxicológica y un correo ineficiente

Con respecto a estos centros de atención, la Auditoría dijo que en ningún caso se garantiza la detección toxicológica, y observó “barreras de acceso a los exámenes epidemiológicos por parte de la población, ya que los (hospitales) no cuentan con redes eficientes de correo para enviar muestras y recibir resultados”.

Entre sus ejemplos, la AGCBA narró que “el Laboratorio Central del Hospital Argerich no realiza determinaciones relacionadas con patologías de origen ambiental, dado que no dispone del equipamiento ni del personal necesario” para esas tareas. Tanto es así que “las muestras para la determinación de plomo son derivadas al laboratorio del Garrahan”. 

En tanto que otras muestras, como las que apuntan a la determinación de cromo, mercurio, ocresol, ácido transtransmucónico y ácido metilhipúrico, “son derivadas a la Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA), Cátedra de Toxicología y Química Legal”.

Siguiendo con el Argerich, el informe recogió el testimonio del responsable del laboratorio, quien manifestó que “las principales dificultades residían en el traslado de las muestras, dado que el hospital carecía de vehículo para transporte de las mismas y, en consecuencia debía solicitar (movilidad) a ‘Traslado de muestras Biológicas’”, un servicio de Ministerio de Salud porteño. 

El tema es que esta prestación “cuenta con un solo vehículo, y se le debe dar aviso el mismo día de la obtención/recepción de la muestra, y antes de las 10, para ser incluidos en el itinerario del día”, dijo el laboratorista. Y la Auditoría añadió que “las muestras de orina deben entregarse antes de las 24 horas de obtenidas para su correcto procesamiento, de modo que deben derivarse durante la misma jornada de su recepción”.

Asimismo, la investigación señala que “no existe un mecanismo fluido para el envío de resultados, motivo por el cual en ocasiones, a pesar de ser enviada la muestra, no se recibe el resultado en tiempo y forma”.

Por otra parte, el Hospital Penna tampoco realiza determinaciones relacionadas con patologías de origen ambiental, “con excepción de las (que se practican) para hepatitis y parasitológicas”, dice la AGCBA. Pero además, y pese a la especificidad de la iniciativa, el laboratorio del centro de salud “no tiene registro de pacientes correspondientes a la Cuenca Matanza Riachuelo”.

En el Piñero, el responsable del laboratorio explicó a los auditores que las extracciones son remitidas a centros de análisis especializados con los cuales la Ciudad tiene convenios, como la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica. Estos pacientes, además, no son registrados en el Laboratorio Central, salvo que se les solicite algún estudio convencional, que en la mayoría de los casos consiste en hemogramas.

Sobre el Santojanni, dijo el organismo de control: “En ese hospital no se realizan las determinaciones de marcadores tóxicos (benceno, tolueno, plomo, etc.), sino que son derivadas al Garrahan y a la Facultad de Farmacia y Bioquímica. Sin embargo, al momento de la auditoría no había posibilidades de (remitir) las muestras por dificultades en el traslado de las mismas ya que no cuentan con un móvil específico para esta tarea”.

Seguimiento de los pacientes

Por otro lado, el informe concluyó que “no hay una organización operativa que garantice el cumplimiento por parte de los cuatro (hospitales) del programa de acciones de seguimiento de los pacientes de la Cuenca Matanza Riachuelo, en particular de aquellos con determinaciones de alto riesgo en sangre como ser plomo, mercurio, cromo, arsénico”. 

El panorama se completa, además, con la “falta de comunicación entre las diferentes áreas involucradas; no existe interrelación entre los cuatro efectores de salud; no se observó un diálogo fluido entre las áreas asistenciales con el nivel central (Departamento de Salud Ambiental), ni se realiza georreferenciación ni seguimiento del paciente”.

Asimismo, la AGCBA enumera otras carencias: “No existe plan integrado de prevención y promoción de salud ambiental para los efectores de la Cuenca Matanza Riachuelo donde se evalúen conjuntamente los diferentes casos, diagnósticos o evolución de contaminantes epidemiológicos. No hubo convocatoria sistemática y planificada para los efectores a fin del diseño de actividades planteadas por la autoridad de la cuenca (en referencia a la ACUMAR). Las actividades se llevan a cabo de manera desarticulada. Y faltan capacitaciones del recurso humano para llevar a cabo las actividades asistenciales de promoción y prevención”. 

Del personal

En cuanto a los profesionales que deben desempeñarse en el programa analizado, el informe destacó la “falta de recurso humano asistencial”, y agregó: “No hubo nombramiento de Médicos Toxicólogos, Epidemiólogos, como así tampoco se asignaron horas para tareas destinadas a la salud ambiental. Esto permitiría la detección temprana de enfermedades provocadas por contaminantes ambientales”.

Tras relevar los cuatro centros de salud, la AGCBA explicó: “En el Penna no se modificó la estructura del hospital a fin de crear un servicio específico para problemas relacionados con salud ambiental y no hay médico toxicólogo. En el Hospital Argerich no se produjeron nombramientos ni contrataciones de personal médico capacitado en vigilancia epidemiológica ambiental. Y también falta médico toxicólogo”.

El Santojanni y el Piñero “no cuentan con un servicio que atienda problemas relacionados a la salud ambiental”, y en el caso del último nosocomio, tampoco dispone de un servicio de Oncohematología pediátrico, ni se realiza seguimiento de los pacientes derivados.

En cuanto al Departamento de Salud Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires, y el programa que ejecuta, la Auditoría porteña dice que su personal está compuesto en un 50% de planta permanente y el 50% restante mediante el sistema de locación de servicios. 

El área no cuenta con una estructura formal y, al momento del análisis del organismo de control, ni siquiera la responsable del Departamento tenía nombramiento efectivo. 

El Riachuelo en números

La Cuenca Hídrica Matanza Riachuelo ocupa una superficie aproximada de 2.400 kilómetros cuadrados. Nace en el partido de Cañuelas, provincia de Buenos Aires y, hasta su desembocadura en el Río de la Plata, atraviesa 14 municipios bonaerenses y 10 barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

A su alrededor se encuentran instaladas aproximadamente 6.000.000 de personas, quienes además de representar aproximadamente el 15% de la población total del país, están en situación de alto riesgo.   

Como ya se dijo, esta iniciativa abarca cuatro hospitales (Santojanni, Argerich, Piñero y Penna), y cuatro comunas: la 4, que incluye a La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya; la 7, Flores y Parque Chacabuco; la 8, Soldati, Lugano y Villa Riachuelo; y la 9, Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda.