Las actividades de capacitación tienen un rol estratégico en el Proyecto de  Funciones Esenciales de Salud (FESP) que financia el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF). De hecho, para estas tareas se destinaron casi U$S 5,5 millones. Sin embargo, la Auditoría General de la Nación (AGN) detectó que “no hay un registro completo de las acciones realizadas con esos fondos”.

En el marco del plan hay tres cursos que son prioritarios: el relacionado con el Programa Nacional de Tuberculosis, el Ampliado de Inmunización y el de Sangre. Sin embargo, y pese a su relevancia, la Unidad de Coordinación (UC) no tiene los datos completos en cuanto a costos, gastos, temáticas desarrolladas y demás”.

Según pudieron observar los auditores, sobre lo invertido por el FESP para capacitaciones, de los casi U$S 5,5 millones y 299 tareas estimadas entre 2007 y 2010 la Unidad Coordinadora brindó datos sobre U$S 3,1 millones y 198 capacitaciones. De todas formas, la AGN señala que para el 2010 se mostró una mejoría en la ejecución de fondos y en el desarrollo de acciones.

La AGN “no pudo medir el impacto que la inversión realizada tuvo sobre los programas que se proponía fortalecer” por la falta de un sistema de información único y confiable.

Recordemos que, tal como lo publicamos en El Auditor hace unas semanas, el FESP es financiado por el BIRF y se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Salud. Tiene como objetivo “contribuir al principio de igualdad de oportunidades de acceso a los servicios de salud para toda la población, eliminando las diferencias sociales”.

Monitoreo y Control

Otras de las acciones importantes del FESP son las de evaluación y monitoreo. Para llevar adelante ésta última se generan indicadores y con el fin de realizar un tablero de comando se usaron los mismos que utiliza el Ministerio de Salud. Sin embargo, la AGN calificó a los indicadores de “inadecuados” por diversos motivos.

Antes de detallar esas cuestiones, es fundamental destacar que hay tres programas priorizados por el Proyecto de  Funciones Esenciales de Salud, que “no tienen definido ningún indicador”. Estos son el de Dengue, Emergencias y Desastres, Regulación y Prevención de Adicciones. Los auditores los evaluaron, a través de la documentación que la Unidad Coordinadora tenía de ellos, y detectaron que ejecutaron menos de lo previsto”.

Sobre los globales, que miden el logro del resultado final del proyecto, el equipo de auditores considero que eran “parciales porque referían a la erradicación de solo dos enfermedades: el sarampión y la rubeola congénita”.

Fue llamativo el caso detectado en relación al Indicador Global del Chagas: como “el alcance del programa en función a la meta establecida no fue el esperado; es decir, el fin no iba a poder alcanzarse; se decidió reemplazarlo por otro”.

En relación a los indicadores de medio término, que registran los resultados y la ejecución a nivel provincial y el grado de cumplimiento de las metas, la Auditoría manifestó que, si bien “el préstamo aporta a la medición de casos, no tiene incidencia  en el seguimiento posterior a la notificación”. Es decir, se detectan los casos de sarampión, rubeola y síndrome urémico hemolítico, pero nada más, hasta ahí llegan los registros.

Finalmente, el organismo de control también observó los indicadores que analizan la evolución del proyecto y que incluyen las alertas tempranas de problemas. Sobre estos, llamados “de monitoreo”, concluyó que “no son útiles para evaluar el aporte del FESP".