La instalación general eléctrica del Teatro Cervantes está “colapsada”, mientras que el cableado distribuido a través de las barras de iluminación es “inseguro” y “deficiente”. Estas son algunas de las conclusiones que figuran en un informe de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) aprobado en 2008 sobre el sistema de control interno del complejo cultural porteño.

Según el organismo, las salidas de emergencia destinadas al público también son deficientes y el sistema fijo de incendios registra “falta de adecuación y mantenimiento”. Más del área de “electrotecnia”: falta limpieza, luminarias de reserva y las fichas de conexión a los tachos de luz son “inadecuadas”.

Por el lado de artístico, la Sindicatura dice que las carpetas de producción no tienen documentos que demuestren si se hacen controles entre lo que se presupuesta y los gastos reales de cada obra, para determinar si hay desvíos en los costos. Además, “no existe un procedimiento que regule la producción anual del Teatro”, añade el informe.

Sobre el manejo de dinero, la SIGEN resaltó que en el Cervantes “no se evidencian mecanismos” para controlar las recaudaciones que ingresan por la boletería en relación al cronograma de actividades que realiza el centro cultural. De hecho, “no se observa un cronograma único y claro de funciones -efectuadas y a efectuarse- de cada una de las obras puestas en escena”, agrega el organismo, y explica que esos datos permitirían fiscalizar los ingresos generados y hacer posteriores análisis de gestión.

En cuanto a los elementos que utiliza el Teatro, el informe afirma que “el inventario de bienes se uso está desacutalizado”, no hay un plan anual de mantenimiento ni tampoco controles sobre los insumos que lleva cada obra escenográfica.

En tanto que, desde los recursos humanos, la Sindicatura detectó “irregularidades en la liquidación de horas extras”, y falta de controles antes de autorizar pagos por servicios prestados.