Publicado: 11-07-2010

Hoy sufrimos un desgraciado acontecimiento evitable: una emergencia que culminó con el deceso del feto recién nacido, como consecuencia de asistir un parto prematuro en pelviana sin contar con anestesista de guardia. El buen obrar hubiera sido realizar una cesárea de urgencia, lo que hubiera evitado el óbito".

Este tex to fue redactado por dos médicos de guardia del Hospital Penna de la Ciudad de Buenos Aires, y dirigido a la jefa del sector, tras la muerte de una beba recién nacida ocurrida en ese centro de salud el 26 de mayo.

Más allá de las acusaciones cruzadas (que la Asociación de Anestesistas regatea habilitaciones para no saturar el mercado y cotizar mejor a sus profesionales, o bien, que sobran anestesistas y que, en realidad, lo que falta es que el Gobierno porteño formalice los nombramientos necesarios), el hecho volvió a llamar la atención sobre cómo y en qué condiciones se brinda salud pública en la Ciudad.

Un organismo de control local, la Auditoría General porteña (Agcba) realiza desde hace varios años informes que detallan los aspectos más relevantes de los 33 hospitales de la Ciudad, desde la misma prestación de los servicios, hasta el estado edilicio de los centros de salud, pasando por cuestiones más administrativas, como el déf icit de personal.

Lo que sigue es un repaso somero de los hallazgos obtenidos por los auditores; una voz más, oficial en este caso, en una problemática que, al margen de las menciones casi espasmódicas que hagan (hagamos) los medios de comunicación, aparece como una constante para miles de personas que se atienden todos los días en los hospitales de Buenos Aires.

Denominadores comunes: falta de insumos En las observaciones de los informes sobre los centros de salud porteños hay un par de denominadores comunes. Uno de ellos es la falta de insumos en los hospitales.

El Alvear, por ejemplo, carece de elementos para contener la excitación psicomotriz de los pacientes. En el Santojanni, el organismo de control advirtió que hay 11 quirófanos y que, de ese total, tres se usan como depósitos por falta de equipos como torre de laparoscopia, monitores multiparamétricos y mesas de anestesiología. Además, el instrumental quirúrgico es "antiguo", no se reponen las bajas, y tanto el material descartable, como la ropa disponible, son "insuficientes", dice un informe que fue aprobado en 2008. Asimismo, las camas de atención clínica están deterioradas por falta de mantenimiento, tienen manchas de óxido, articulaciones dañadas y faltan ruedas o tacos de goma en las patas.

Tampoco hay biombos o mamparas para mantener la privacidad de los pacientes internados. Y, por la falta de elementos de trabajo, los profesionales del área de otorrinolaringología deben ir con su propio instrumental.

Con respecto al servicio de cirugía cardiovascular para adultos, el Hospital Argerich tiene veinte camas destinadas a la internación que, no obstante, "resultan insuficientes para cubrir la demanda", señala otro trabajo de la Auditor ía porteña, y añade que "es frecuente" que los pacientes que van a ser intervenidos se internen con mucho tiempo de anticipación para asegurarse una cama, aún sin tener fecha cierta de cirugía.

Déficit de personal La de los anestesistas no es la única especialidad que escasea en los centros de salud de la Ciudad.

En junio de 2003, se inauguraron las obras de remodelación y ampliación en el Hospital Santojanni. En aquel momento, una agencia de noticias anunció el emprendimiento como "la obra pública más importante del año en materia de salud". Sin embargo, el aumento de los servicios no fue acompañado con una incorporación de personal para la atención de los pacientes. Un informe de la Agcba indica que el hospital tiene en la actualidad un déficit de más de 300 enfermeros y otros tantos técnicos y anestesiólogos en áreas como gastroenterología, nefrología y diálisis, ortopedia y traumatología, cirugía y terapia intensiva, donde la falta de enfermeras provoca que, de las 12 camas disponibles, cuatro estén inutilizables.

Más de cirugía cardiovascular en el Argerich: hay "sólo un enfermero cada tres o cuatro camas", cuando cada paciente requiere la atención permanente de un enfermero.

Los pacientes del Hospital de Quemados necesitan de dos a cinco cambios de ropa por día, según la gravedad de su patología. Pero, según el organismo de control, la "insuficiente cantidad de agentes destinados al sector" genera que sólo se puedan hacer dos cambios diarios como máximo.

En el Piñero, en tanto, el servicio de psicopatología tiene 14 camas sin usar por falta de enfermeras. La sala equipada y habilitada del Hospital Rivadavia para la misma prestación, debió ponerse al servicio de traumatología ya que se necesitaba incorporar personal, y en el Durand, una sala quedó sin funcionamiento, dado que no se efectivizó el concurso para disponer de los recursos humanos pertinentes. Uno de los más emblemáticos, el Hospital Fernández, sufre un déficit de 339 enfermeros.

La falta de personal también afecta la seguridad del Borda. De hecho, desde el propio centro de salud aseguraron a la Auditoría de la Ciudad que "para cubrir las 17 hectáreas del predio, se necesitan 18 vigilantes por turno, pero sólo se dispone de ocho".

Los neuropsiquiátricos y la "puerta giratoria" 

Entre las principales falencias detectadas por la Agcba en el Hospital Borda figuran las recaídas y los reingresos periódicos de los pacientes. Según el propio organismo, se trata de un "fenómeno de puer ta giratoria".

Algo parecido ocurre en el Moyano. En ese centro, durante 2006 por ejemplo, seis de cada diez internaciones fueron por reingresos, lo que "demuestra la calidad prestacional del neuropsiquiátrico", dijo la Auditoría.

Y en el Hospital Infanto Juvenil C. Tobar García, el panorama fue menos alentador.

En rigor, el complejo puede albergar 61 chicos, pero al momento de la inspección había 98 internados. Según el informe, aprobado en 2008, la superpoblación se compensa con permisos de salida, pero cuando los internados exceden las plazas disponibles, "se improvisan camas con colchones en el piso que son levantados por la mañana". A ese dato hubo que sumar el "deficiente" servicio de alimentación, por el exceso de hidratos de carbono que presenta la dieta. La conclusión del trabajo señaló que "los pacientes quizás no logren más que egresar hacia los dos neuropsiquiátricos de adultos", en referencia al Borda y al Moyano.

La Ciudad también cuenta con un hospital de emergencias psiquiátricas, el Alvear. Allí, la Agcba notó que a las pacientes no les hacen test de embarazo.

El dato podría ser menor, salvo por el hecho de que el 90% de las mujeres internadas tienen entre 15 y 46 años, están en condiciones de procrear, y que la medicación psiquiátrica tiene efectos teratogénicos, es decir, producen malformaciones en los fetos.

Hacer lo que se pueda Las frases, para convertirse en "hechas", alguna vez tuvieron que ser verdad.

Muchas veces se ha dicho que el recurso humano argentino es de primera línea.

Precisamente eso fue lo que rescataron los auditores porteños en el Hospital de Quemados. Es que, según un informe de ese organismo, a pesar de las dificultades que comparte con otros centros de salud (como la falta de un neumonólogo –justamente el especialista en patologías respiratorias–) "se logra una atención de excelencia para los pacientes y una contención adecuada para su grupo familiar".

Hacia adelante 

El sistema de salud de la Ciudad muestra signos de deterioro que se arrastran desde hace varios años. Incluso, a veces parecería que el colapso se demora sólo por obra y gracia de la suerte. Las esperanzas están puestas en el esfuerzo del recurso humano, que abraza su profesión con vocación de servicio. Ante este panorama, ojalá que se tomen las medidas necesarias para que la salud no se siga atando con alambre.