Las botas sucias del Tribunal
Los mayores costos de Gamsur han alterado los ánimos en el gobierno y en el Concejo y han provocado un conflicto sin medias tintas entre los poderes de la ciudad. En pocas horas, la misma denuncia del Tribunal de Cuentas que al principio fue ignorada terminó causando un vendaval de consecuencias que tienen hoy un final imprevisible.
Según el órgano de control, el gobierno se equivocó cuando calculó que a la empresa mixta le corresponden 7,5 millones de pesos por el efecto de la inflación durante 2008. El pago no debería superar los 5.004.000 pesos, estableció el Tribunal.
Entonces, el gobierno quedó en flagrante off side. Pero más aún los empresarios, que habían reclamado la astronómica suma de 12,6 millones de pesos y que deberán explicar la serie de irregularidades que se detectaron en la auditoría.
Al principio, tanto el Concejo como el gobierno se mantuvieron callados. Pero después, cuando la polémica estalló en los medios, hubo nerviosismo y malestar, reproches y enojos. Y hasta reacciones autoritarias, como aquella que amagó con expulsar a un concejal del oficialismo -Jorge Cendoya- porque cometió el pecado mortal de declarar públicamente que el gobierno municipal está obligado a aclarar por qué hay tanta distancia entre un cálculo y otro.
En el Legislativo, la denuncia provocó algún quiebre y profundizó otro. El peronismo ya no tiene retorno. Primero, el jefe del bloque, Víctor Núñez, dio mensajes contradictorios cuando reclamó al gobierno un informe detallado de la situación y, a los dos días, salió a atacar al Tribunal de Cuentas por haberse excedido en sus atribuciones. Desesperados por despegarse del incomprensible zigzag, dos concejales del mismo bloque, Ricardo Rojas y Guillermo Natali, declararon que están en desacuerdo con Núñez, que avalan la auditoría del Tribunal, que apoyan la creación de una comisión investigadora y, por si fuera poco, que acompañarían en las próximas horas la demanda judicial que presentaron Eduardo Scoppa y Enrique Novo.
Del otro lado, donde está como espectador el ciudadano común, sólo se reciben señales confusas.
La primera reacción pública ante la denuncia del Tribunal fue, por lo menos, curiosa. El órgano de control, después de cuatro meses de auditoría, salió y dijo que el Municipio no sólo debía recortarle a Gamsur los 5 millones que ya le había podado el secretario de Economía, Guillermo Mana, sino otros 2,5 millones más. Traducción: ahorro para el Estado, fondos para salud, educación y obras.
Pero, lejos de provocar satisfacción, los resultados de la auditoría debieron enfrentarse al enojo. Tanto el oficialismo como el PJ salieron a reprocharle al Tribunal que se extralimitó en sus funciones porque, en un arrebato de irracionalidad, declaró inconstitucional una ordenanza votada por la gran mayoría de los concejales. Hasta se barajó por esas horas la posibilidad de lanzar una ofensiva contra los tribunos y juzgarlos políticamente por su despiste legal.
Es verdad que el órgano de control cometió errores y deslices. Le informó primero a la prensa el resultado de la auditoría mientras mantenía en la ignorancia al Concejo y al Ejecutivo. Y entregó un resumen de su primer año de gestión en el que opinó que la fórmula polinómica con la que se calcularon los mayores costos sucumbiría ante cualquier control de constitucionalidad.
Ese mismo dossier que recibieron los medios fue a parar al Concejo. Cuando lo leyeron, el oficialismo y el PJ pusieron el grito en el cielo porque los tribunos se habían arrogado una función -la de revisores de leyes- que no les asigna la Carta Orgánica.
Lo llamativo es que en el informe oficial de la auditoría -el que firmaron los tres técnicos y no el que se entregó a los medios- no existe la más mínima referencia a la supuesta inconstitucionalidad. Es más, allí dicen que usaron la fórmula y que, en la mayoría de los casos, les dio el mismo resultado que a Mana pero que, al revisar las partidas de sueldos, se encontraron con que había irregularidades. La más notoria era un plus salarial que la empresa intentó facturarle durante 13 meses al Municipio pero que, en realidad, se pagó por única vez.
Los tribunos cometieron el pecado de ser confusos en un tema tan sensible y delicado. Debieron ser precisos y rigurosos.
Pero, de ahí a defenestrarlos, como hicieron el oficialismo y un sector del PJ, hay una distancia abismal. La crítica a su trabajo se centró en formalismos a pesar de que el eje central era otro: si a la Municipalidad le habían fraguado documentación para cobrarle 7,5 millones de pesos de más y si el gobierno de Juan Jure se había quedado corto al podar 5 millones.
Este Tribunal de Cuentas tiene una virtud: es el primero que cumplió con el artículo 100 de la Carta Orgánica y se puso a revisar qué pasaba en las empresas mixtas, cuyos manejos jamás estuvieron del todo claros para la gente.
Es preferible que se hayan excedido, que incluso se hayan metido en temas ajenos a sus facultades como la inconstitucionalidad o no de una ordenanza, a que siguieran siendo aquella oficina por la que pasaban los papeles para ser firmados y nada más. Enojarse y castigarlos públicamente por formalismos es igual que reprocharle a un policía que acaba de descubrir un homicidio que lleva las botas sucias.
El Tribunal hizo lo que debía hacer: controló. Ahora, la Justicia definirá si hubo delito o no, si existió mala intención o sólo un desafortunado error de cálculo.
En los próximos días, el Concejo Deliberante anunciará que, efectivamente, habrá una comisión investigadora. Pero no analizaría los supuestos sobreprecios sino que se limitaría a estudiar cómo actuaron el Gobierno y el Tribunal de Cuentas. Si los dos jueces y el constitucionalista que harán el dictamen determinan que fue Mana quien procedió incorrectamente, entonces, el secretario quedará mal parado. Pero, si fueron los tribunos los que se excedieron, entonces, los endebles serán ellos. Eso especula el oficialismo.
Sería una pérdida de tiempo. Lo trascendente es determinar si en 2008 y en los años anteriores una empresa en la que participa el propio Estado cobró por sus servicios sumas que estaban de más.