Tribunal de Cuentas, el verdadero embudo juecista para Giacomino
Consumada la ruptura definitiva entre Luis Juez y Daniel Giacomino, la verdadera incógnita a develar en términos de gobernabilidad del municipio no es tanto el rol que jugará el Concejo Deliberante, sino el Tribunal de Cuentas. En ambas instituciones, los bloques oficialistas, concejales y tribunos en uno y otro caso, reportan mayoritariamente al ex intendente.
En el caso del Concejo Deliberante, de los 16 representantes del Frente Cívico, sólo tres ediles le responden al actual comunal: Virginia Pagnanini en forma incondicional, y Gustavo Barrionuevo y Juan Manuel Rodríguez en menor medida. Estos representan apenas el 10 por ciento de las 31 bancas que tiene el cuerpo.
Se trata, obvio, de una minoría extrema para garantizar el buen tránsito de los proyectos del intendente por el cuerpo. Tan modesta es la estructura filo-giacominista como lo fue la que tuvo Germán Kammerath desde febrero de 2002, cuando su hasta entonces socio, José Manuel de la Sota, le retiró su apoyo político.
El Concejo Deliberante es un lugar estratégico para el intendente y para la gobernabilidad del municipio. Hasta con el mismo término "gobernabilidad" se refieren la Carta Orgánica de la ciudad y hasta la Ley Orgánica Municipal, cuando le garantizan al jefe comunal la mitad más una de las bancas, aun no habiendo sacado más de la mitad de los votos.
Sin embargo, las decisiones del Concejo Deliberante son cruciales media docena de veces al año, sobre un paquete de proyectos importantes o medianamente importantes que no exceden las 20 ordenanzas. Esto es más exacto en el caso actual, porque Giacomino logró la aprobación de iniciativas difíciles y hasta controversiales, como la revaluación inmobiliaria o la creación de Crese, por poner sólo dos ejemplos, antes de la ruptura definitiva con su ex socio y compañero de pensión.
Además, Giacomino ha contado, y probablemente seguirá contando, con un bloque radical que difícilmente, por historia y responsabilidades institucionales, apueste a una crisis de gobernabilidad. Y esto sin contar con el apoyo que recibe del bloque peronista, al menos de aquellos ediles que reciben instrucciones desde la Casa de las Tejas, y del líbero (ex olguista) Fernando Masucci.
Pero en el Tribunal de Cuentas el panorama es más complejo para Giacomino, al punto de amenazar con constituirse en el verdadero embudo juecista para el intendente.
De los cinco tribunos, el Frente Cívico tiene tres y el radicalismo dos, pero uno sólo del oficialismo, Mario Agüero, le responde al jefe comunal. Los otros dos son nada más y nada menos que socios del estudio jurídico de Juez: María Fernanda Leiva y Juan Testa, cuyos nombres lucen en brillantes placas en las oficinas que el líder del "fin del choreo" tiene sobre calle Arturo M. Bas. Los otros dos son los radicales Ernesto Aracena y Alfredo Satt.
El volumen de decisiones de un Tribunal de Cuentas es infinitamente mayor al de un Concejo Deliberante, y sus pronunciamientos tanto o más cruciales que el común de las ordenanzas, al punto de poder trabar todos y cada uno de los miles de pagos que al año realiza el municipio.
Baste con señalar que entre el 11 de diciembre de 2007 (tras asumir Giacomino) y el 31 de diciembre de 2008, el Tribunal de Cuentas municipal tramitó 8.675 expedientes enviados por el intendente.