Con una amplia fundamentación técnica, la autora desarrolla un catálogo de buenas prácticas  para realizar una auditoria de gestión que resulta de mucha utilidad para los profesionales del control.

La importancia de su trabajo se sustenta en que la auditoria tradicional o financiera  ya no es suficiente para evaluar la gestión gubernamental y que por ello es necesario realizar o destinar los esfuerzos de los organismos de control a la ejecución y desarrollo de las denominadas auditorias de gestión.

Las democracias representativas tienen limitaciones con respecto al control, ya que lo que se define vía representantes son las cuestiones generales, y no su efectiva ejecución. En cuanto a la ejecución la sociedad depende del control jerárquico.

En el marco de una económica, eficiente y eficaz administración pública, el control es esencial, particularmente cuando se refiere al control por resultados.

Los organismos de control son una nueva dimensión del contrato social firmado entre los individuos y el Estado / Gobierno. Cuanto más clara sea la responsabilidad del político ante los ciudadanos, y la capacidad de éstos de exigir cuentas al gobernante, más democrático será el régimen.

En este marco de accountability resulta de vital importancia la generación de “buenas prácticas” para realizar una auditoría de gestión, y lo que este trabajo propone es dejar planteadas las mejores de estas prácticas.

En los Capítulos de

la Tesis se destacan los siguientes puntos:

-           Definiciones: Se exponen aproximadamente 13 maneras de definir a la auditoria de gestión u operacional. Entre esas definiciones se citan a profesionales que han trabajado sobre esta temática como así también a organismos de control local y varios extranjeros. Citándose específicamente la fuente documental.

-           Buenas prácticas: A diferencia de los criterios exclusivamente normativos para pautar procedimientos, la idea de “buenas prácticas” se define como un conjunto de acciones que resultan de la convergencia de dos criterios: la generalización de conocimiento “local”, y el reconocimiento o validación técnica de esas rutinas por parte de los principales expertos en la disciplina.

-           Resultados de la investigación: Con la mención del respaldo académico y técnico se desarrollan las siguientes hipótesis básicas:

Fase de Relevamiento

1° Hipótesis: Es una “buena práctica” para la realización de exámenes de gestión, que la auditoría sea realizada por un equipo de profesionales interdisciplinarios.

2° Hipótesis: Una “buena práctica” para realizar una auditoría de gestión gubernamental consiste en consensuar la definición del criterio utilizado para la evaluación.

3° hipótesis: Es una “buena práctica” para auditar una gestión gubernamental planificar adecuadamente las tareas de auditoría, a fin de evaluar lo más objetivamente posible la gestión, en base a la identificación y evaluación de riesgos, y a la identificación de áreas críticas de la organización a auditar, confeccionando a tal fin un cuadro de mando reducido.

4° hipótesis: Es una “buena práctica” adaptar las herramientas conocidas de relevamiento de auditoría,  a las especificidades del relevamiento de la gestión gubernamental a auditar.

Fase de Operación

5° hipótesis: Una “buena práctica” es tener parámetros comunes de medición, en la fase de ejecución, entre diversos organismos de control que abordan exámenes en organismos similares, a saber: modelo de marco lógico, de tres brechas, curva ABC, punto de equilibrio, modelo de insumo-producto, modelo de condiciones externas o del ambiente.

6º hipótesis: Una “buena práctica” para evaluar una gestión es medir las 3 E´s a través de la confección de indicadores.

7° hipótesis: Una “buena práctica” para evaluar una gestión es realizar un cuadro FODA, a fin de establecer las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas de la organización a auditar.

-           Opinión de los expertos: En este capitulo se enlistan las prácticas propuestas por los idóneos, jefes de equipos de auditoría, y profesionales encargados de la capacitación de equipos de auditoría, en cuanto a la realización de exámenes de auditoría de gestión gubernamental.

Producto de tales opiniones se arriba a ciertos puntos destacables y comunes, tales como:

-                      La constitución de equipos de auditoría como grupos interdisciplinarios.

-                       Se mencionan el FODA y el Cuadro de Mando como herramientas para medir gestiones.

-                      Se habla de los indicadores de gestión, y se agrega, las herramientas informáticas como opción para sistematizar información operativa.

-                      La comunicación auditado / auditor es recurrente, y las mediciones en base a la economía, la eficiencia y la eficacia también lo son.

-                      Si el auditor operacional no tiene una vocación de mejora en relación a la gestión, es seguro que sus recomendaciones “caerán en saco sin fondo”. Si el auditor “se pone en los pantalones” del auditado, el trabajo del control cobrará una relevancia superior, y servirá para la mejora de las acciones gubernamentales.

Por último, además de presentar un caso de estudio específico sobre un Centro de Gestión y Participación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la autora manifiesta su conclusión final del trabajo señalando principalmente, que:

Una primera conclusión debe hacer referencia, como condición sine qua non, a que en nuestro país no existe -ni estamos cerca de que lo haga- una metodología unificada sobre la realización de este tipo de exámenes, como tampoco una formación a los auditores argentinos, cuyos modelos institucionales les permitirían realizarlos.

No existe una adecuada planificación de actividades de capacitación para auditores operacionales, como también falta de criterios comunes institucionales sobre contenidos para tales realizaciones: el resultado es que cada auditor operacional en Argentina selecciona su metodología como puede.

Ante la inexistencia de manuales de auditoría operacional en Argentina, ya que lo poco escrito es un intento de la AGN de describir algunas herramientas que son más de aplicación en auditoría privada que en gubernamental, nos encontramos ante la necesidad de, al menos, enlistar algunas buenas prácticas que sistematicen el trabajo de los auditores operacionales en Argentina.

Asimismo, la auditoría gubernamental debe escapar al poco feliz “lugar común” de que sus hallazgos “no cambian nada”, para trabajar punto por punto con la gestión, con vocación de cooperación y colaboración técnica. Hoy los auditores operacionales tenemos un doble objetivo: controlar a la gestión gubernamental, y asistirla de ser necesario.