Cada 2 de febrero se conmemora el Día Mundial de los Humedales, fecha establecida para generar conciencia sobre la importancia de estos frágiles ecosistemas para la vida en el planeta. Desde la Alianza por los Humedales Andinos, conformada por organizaciones de Argentina, Bolivia y Chile, se alerta sobre los riesgos que enfrentan actualmente salares, lagos y lagunas en la región.

Se estima que la extensión de los humedales a nivel global ha disminuido entre un 64% y un 71%. Los mismos son ecosistemas de alta importancia ambiental y social, pero también muy frágiles. En Argentina, Bolivia y Chile se concentra más del 53% de las reservas mundiales de litio.

La Secretaría de la Convención Ramsar resaltó que todos los aspectos del bienestar humano están ligados a la salud de los humedales del mundo. Por eso, se incita a valorarlos y a mantenerlos sanos para seguir contando con suministro de agua y alimentos, una biodiversidad global próspera, medios de vida, protección frente a eventos meteorológicos extremos y apoyo en la mitigación de la crisis climática.

Actualmente, hay 257.182.378 hectáreas de humedales considerados de importancia internacional en 172 países. Frente a esta tendencia global, la Alianza por los Humedales Andinos promueve una transición socioecológica justa, participativa y popular con una visión de largo plazo, en la que se priorice la gestión integral del agua bajo un enfoque de justicia socioambiental y climática.

La minería de litio en humedales incumple con derechos como el de la consulta popular y el acceso a la información pública.


La restauración de estos ecosistemas ayuda a superar la crisis climática y la biodiversidad, así como alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para beneficio de todas las personas. Además, los humedales aportan a las ciudades, centros poblados, comunidades y a sus habitantes múltiples beneficios económicos, sociales y culturales fundamentales para el bienestar humano.

El director de la Fundación Tantí de Chile, Ramón Balcazar, señaló que abogar por una transición energética justa y popular implica considerar no sólo la necesidad de descarbonizar, sino también garantizar la preservación de la biodiversidad y los modos de vida de las comunidades. También indicó que es hora de “adoptar enfoques más radicales y propositivos que busquen un equilibrio entre la satisfacción de necesidades y la conservación”, priorizando la justicia socioambiental en el camino hacia un futuro más sostenible.

Por su parte, Pía Marchegiani, directora ejecutiva adjunta de FARN de Argentina, afirmó que la minería de litio en humedales genera “graves alteraciones en la disponibilidad hídrica tanto para la biodiversidad y las personas como para el funcionamiento de los ecosistemas”. Aseguró también que esta actividad incumple con distintos derechos humanos como el derecho a la consulta para comunidades indígenas, el acceso a información pública, la participación ciudadana y el acceso a la justicia en asuntos ambientales.

Asimismo, Claudia Velarde, co-coordinadora de AIDA, sostuvo que es imprescindible reforzar el vínculo entre el agua, el territorio, la energía y la vida para plantear una transición energética justa. Afirmó que los humedales andinos son sistemas frágiles y complejos, custodiados por comunidades con un saber ancestral que mantiene el equilibrio. Consideró que la presión para la rápida extracción de minerales pone en riesgo estos ecosistemas sin respetar derechos ni estándares. Se preguntó si esta apuesta replica modelos extractivistas o si el mundo necesita otro tipo de transición.

A fines del año pasado, tres comisiones legislativas dieron dictamen favorable al proyecto de Ley de Humedales para que fuera tratado en el recinto. Al no ser considerado parte de la agenda legislativa, perdió una vez más estado parlamentario.

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