Crece la agricultura sustentable y resiliente en América Latina
Naciones Unidas presentó una investigación basada en siete proyectos ambientales sostenibles en la región. El objetivo fue pensar estrategias para reducir el impacto de los cultivos en los recursos naturales y el cambio climático.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó la publicación "Hacia una agricultura sostenible y resiliente en América Latina y el Caribe: Caminos para la transformación". A través del estudio de siete trayectorias de producción sustentable y resiliente en la región, el informe concluye que la recuperación sostenible de la pandemia y la transformación de los sistemas agroalimentarios es posible para lograr una mejor producción, nutrición, medioambiente y alcanzar una buena calidad de vida.
La crisis por el COVID-19 profundizó los problemas estructurales de desigualdad y vulnerabilidad en América Latina y el Caribe. Según el informe de la FAO, se prevé que dejará un aumento de 28 millones de personas en situación de pobreza extrema en la región, por lo que sumado a la situación previa a la pandemia, llegarían 96 millones (o el 14,9% de la población total), y de 45 millones en situación de pobreza (a un total de 230 millones o el 35,6%).
Los ejes centrales del estudio fueron priorizar las políticas que permitan avanzar simultáneamente en las agendas socioeconómica, ambiental y climática. Asimismo, se detalló que existen opciones que permiten una transformación de la agricultura en la región sin afectar la productividad ni la rentabilidad, y que, por el contrario, en muchos casos expanden las oportunidades de desarrollo económico y social.
FAO prevé un aumento de 28 millones de personas en situación de pobreza extrema en América Latina.
En este sentido, el documento propuso una agricultura sostenible y resiliente, esto significa una producción agrícola, pesquera, ganadera y forestal que integre la biodiversidad, mantenga e incluso amplíe la provisión de servicios ecosistémicos, disminuya las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), se adapte al cambio climático y prevenga y gestione el riesgo de desastres.
Otro dato del estudio apuntó al rol clave que cumplen América Latina y el Caribe. Con el 16% de la superficie terrestre, la región posee el 23,4% de la cobertura boscosa y el 31% del agua dulce del planeta. Asimismo, cuenta con variedad de climas, relieves y ecosistemas, se estima que alberga 12 de los 14 biomas terrestres y contiene el 50% de la biodiversidad mundial. La región tiene, además, una gran riqueza en términos de tierras productivas, con 576 millones de hectáreas de suelos agrícolas.
La publicación analizó siete iniciativas que fueron diseñadas y financiadas con el objetivo de reducir el impacto de la agricultura en los recursos naturales y el cambio climático. La Organización de las Naciones Unidas planteó que en términos económicos se generaron beneficios debido a mejoras en eficiencia productiva, pero también por el desarrollo de nuevas fuentes de ingresos; mediante iniciativas como la certificación de la producción, que permite acceso a mercados más exigentes.
Ganadería inteligente en Ecuador
El primer proyecto estudiado fue el de Ecuador sobre ganadería climáticamente inteligente. La adopción de buenas prácticas ganaderas, con apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y de los sectores público y privado, permitió aumentar los rendimientos y los ingresos de los productores, a la vez que redujo las emisiones de gases de efecto invernadero y mejoró el estado de los suelos y la biodiversidad.
En esta línea, más de 1.000 trabajadores del campo de más de 800 fincas incrementaron la producción de leche y así aumentaron en 40% los ingresos, mejoraron la calidad de los suelos en más de 40 mil hectáreas y disminuyeron en 20% las emisiones, reduciendo las emisiones totales de gases de efecto invernadero en más de 24 mil toneladas.
Las experiencias en México, Guatemala y Colombia
El documento continuó con la iniciativa llevada a cabo en México. Allí, las energías limpias y eficiencia energética en la agroindustria fortalecieron la unidad productiva, las condiciones laborales, de salud de los trabajadores y ha ayudado a sostener el desarrollo de un sector privado de servicios y tecnología energética sostenible adaptada al agro.
El manejo forestal comunitario también formó parte de las innovaciones ejercidas en la región. Tanto Guatemala como Colombia realizaron una gestión sostenible de los bosques que ayudaron a impulsar el desarrollo sustentable de las comunidades forestales, generando empleo, ahorro, creación de valor agregado e inversión productiva.
En Guatemala se entregaron concesiones de 350 mil hectáreas a más de 1.200 familias. Esto generó ingresos por cinco millones de dólares anuales, creando 2.000 empleos permanentes, ahorro, valor agregado y un mayor desarrollo social y productivo.
El informe detalló, además, la experiencia de las Mesas Técnicas Agroclimáticas en Colombia. Este desarrollo de mecanismos participativos en torno a información agroclimática, le permitieron al productor tomar mejores decisiones y reducir su riesgo climático, mediante el acceso a recomendaciones oportunas, relevantes y adaptadas a su contexto.
Alternativas a pesticidas en Uruguay
Otro dato del estudio se dedicó a explicar lo realizado en Uruguay. La iniciativa de gestión ambientalmente adecuada de plaguicidas, asociada a la participación de actores y agricultores jóvenes, facilitó el desarrollo de alternativas a los pesticidas efectivos en términos técnicos, económicos y ambientales. Según el documento, se logró reducir hasta en un 70% el uso de herbicidas en un ciclo de producción sin que eso afectara el rendimiento.
Sumando a esto, el informe detalló el proyecto de gestión sostenible del Caribe y Brasil con respecto al uso de tecnologías innovadoras para la pesca. Esta iniciativa redujo la cantidad de capturas incidentales, cuidando la biodiversidad y reduciendo los costos de producción, además de mejorar las condiciones laborales de los pescadores mediante el uso de redes de pesca adaptadas.
Por otro lado, Chile llevó adelante acuerdos de Producción Limpia. En estos contratos los productores de agricultura familiar campesina registraron, en promedio, resultados económicos 15% mejores que en la temporada anterior. Asimismo, se generó una mayor eficiencia productiva y a la posibilidad de acceder a nuevos mercados.