Desde hace 30 años, todos los 27 de septiembre, se celebra el Día Nacional de la Conciencia Ambiental para reflexionar sobre la responsabilidad que tiene el ser humano en el cuidado del medio ambiente. Se seleccionó esta fecha a raíz de un trágico acontecimiento ocurrido en la localidad bonaerense de Avellaneda y que terminó con la vida de siete personas tras inhalar gas cianhídrico que se filtró por medio de la rejilla cloacal de una vivienda.

Durante el Siglo XX, Avellaneda fue un importante polo industrial con barrios repletos de fábricas y empresas. Un 27 de septiembre de 1993, dos sucesos distintos se unieron para provocar una tragedia ambiental: por un lado, una firma dedicada al transporte desechó ácido sulfúrico en las cloacas, al mismo tiempo que otra institución derramó restos de sales de cianuro en la misma desembocadura. La combinación de ambos compuestos formó el cianhídrico que se filtró en forma de gas hacia la superficie por la rejilla de una vivienda cercana.

La inhalación del gas cianhídrico produce irritación bronquial y en determinadas proporciones puede llegar a matar en un breve lapso. Este elemento es incoloro, volátil y venenoso por lo que resulta difícil poder identificarlo, más allá de su leve aroma a almendras. El mediodía de aquel 27 no iba a pasar desapercibido. La familia Guim, compuesta por Manuel y María Angela, se encontraba con malestar y decidieron contactar a su hijo Horacio para que fuera a verlos y rápidamente se hizo presente en el lugar. Pocos minutos después, llegaron su esposa Rosa Scala junto a un servicio médico compuesto por la doctora Bibiana Otero de Turcutto, el enfermero Orlando Cáceres y el camillero Roberto Voytezko. 

La irresponsabilidad de las fábricas aledañas que vertieron residuos tóxicos al desagüe cloacal generaron que en muy pocos minutos ese gas letal se cobrara la vida de estas siete personas. Dos años después, por medio de la Ley 24.605, se declaró esta fecha como el Día Nacional de la Conciencia Ambiental en conmemoración a este lamentable acontecimiento. 

El dueño del depósito donde se arrojaron los ácidos, Juan Manuel Sánchez, junto con el transportista Juan García, fueron procesados por contaminación seguida de muerte a cargo del juez de Lomas de Zamora, Guillermo Roberts. Mientras que a los empresarios Ernesto Pizzio y Luciano Mondolo también se les abrió una causa por verter residuos tóxicos a las cañerías. Ninguna de esas denuncias prosperó porque la causa fue prescripta y los imputados fueron sobreseídos.

Investigaciones posteriores a los hechos determinaron que los vecinos de la localidad previamente habían realizado denuncias correspondientes ante Aguas Argentinas y el municipio de Avellaneda, pero no fueron consideradas. Años posteriores se comprobó que ninguno de los dueños de las fábricas involucradas tenía habilitación para trabajar con este tipo de sustancias.

Villa Inflamable

Distintos organismos internacionales reconocieron a la ciudad de Avellaneda, en especial al barrio de Dock Sud e Isla Maciel, como una de las zonas más contaminadas de América Latina. Además, hablar de contaminación por residuos industriales sin mencionar el caso de Villa Inflamable, uno de los más emblemáticos de la zona, no tiene sentido.

Hace un siglo que el lugar se constituyó como un asentamiento y decenas de familias construyeron sus viviendas en la zona. Se estima que tiene una superficie de 77 hectáreas y se encuentra en las inmediaciones del Polo Petroquímico, formado por varias empresas industriales.

Una de las contaminantes es la empresa Trieco (Stericycle), ubicada en Camino de la Costa y Sargento Ponce y es la responsable del tratamiento final de residuos patogénicos que incumplen con medidas de protección laboral y control ambiental. Es una empresa de cumplimiento que se especializa en la recolección y eliminación de desechos médicos regulados, como desechos médicos y objetos punzocortantes, productos farmacéuticos, desechos peligrosos y en la prestación de servicios para productos retirados del mercado y vencidos que viene obteniendo año tras año el monopolio de dicha basura de centenares de centros de salud de la provincia de Buenos Aires.

Las jeringas, algodones y demás elementos son incinerados provocando sustancias contaminantes y de alta toxicidad, como dioxinas, furanos, metales pesados, gases ácidos, partículas ultrafinas y gases de efecto invernadero. Sólo las dioxinas son consideradas sustancias cancerígenas, que quedan suspendidas en aire, tierra y agua de forma diaria cada vez que se encienden los hornos y de sus enormes chimeneas brota el espeso y oscuro humo. Sumado a que no existe limpieza de los incineradores. Y cuando no alcanzan a quemar todo lo destruyen y vuelan de forma directa a la tierra, envenenando las napas.

Ley Yolanda

Una de las estrategias para promover la conciencia ambiental es la  Ley Yolanda. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible continúa con la implementación de la normativa que capacita a distintos sectores públicos. Al día de hoy, más de 50 mil personas fueron capacitadas en materia ambiental.

 A casi tres años de su sanción, la normativa establece una capacitación obligatoria con énfasis especial en las cuestiones vinculadas con el cambio climático. Es integral, ya que abarca a todos los niveles y jerarquías de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación. 

La formación para empleados y empleadas se desarrolla de manera virtual, autogestionada y mediante ocho módulos que dictan a través de la plataforma del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP). Los temas que incluye el curso son saber ambiental, desarrollo sostenible, economía circular, cambio climático, conservación de la biodiversidad y de los ecosistemas, eficiencia energética y energías renovables.

Suelo artificial a partir de residuos industriales

Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas reveló que cada año se emiten o vierten cientos de millones de toneladas de sustancias tóxicas al aire, el agua y el suelo. Asimismo, la producción de sustancias químicas se duplicó entre 2000 y 2017, y se espera que nuevamente se duplique para 2030 y se triplique para 2050.

En este marco, un proyecto de la Facultad de Agronomía junto con el CONICET y la empresa TECSAN busca reciclar los nutrientes de los residuos que contienen materia orgánica, nitrógeno y fósforo, para elaborar suelos artificiales capaces de mejorar las propiedades edáficas y la productividad de las tierras degradadas. Al momento los resultados preliminares son prometedores en suelos de relleno sanitario y de descarte.

Con la intención de restaurar suelos degradados y mejorar las propiedades de otros poco productivos, el proyecto produce suelos artificiales, es decir tecnosoles, a partir de grandes volúmenes de residuos industriales y estos suelos artificiales poseen muchas propiedades y brindan servicios similares al suelo natural por lo que, de concretarse este proyecto, abre muchas posibilidades y desafíos a futuro.

La conciencia ambiental es tener la certeza de que los recursos naturales deben cuidarse, protegerse y usarse de una manera responsable y racional, con el propósito de brindar bienestar al planeta que habitamos. 

Los desechos industriales tóxicos no son la única forma de contaminación efectuada por el ser humano ya que existen diversos tipos que se pueden iniciar de diversas maneras. Entre ellos cabe destacar la destrucción de los bosques, la contaminación del agua, el suelo o el aire, la explotación de recursos naturales y la disminución de biodiversidad.