La era exponencial y la cuarta revolución industrial están transformando el mundo a un ritmo sin precedentes. La vida ya no es igual y estos cambios vertiginosos que demandan una gran capacidad de adaptación se suceden de manera casi instantánea sin darnos tiempo para analizarlos con detenimiento. Incluso las organizaciones de todos los sectores de la sociedad repentinamente se encuentran atravesadas por la irrupción tecnológica sin precedentes. Así las nuevas tecnologías y desarrollos tecnológicos aplicados a la gestión están creando nuevas oportunidades y desafíos, y los estados como los grandes rectores de la vida en sociedad están luchando por mantenerse al día.

La Cuarta Revolución Industrial, tal como han definido diversos expertos a esta etapa del devenir del mundo en que el desarrollo y convergencia de las tecnologías digitales, físicas e incluso biológicas que se están sucediendo con una velocidad inusitada en la historia de la humanidad y están provocando cambios muchos más rápido que nuestra capacidad de adaptación, está modificando la vida con un nivel de complejidad y dinamismo muy diferente a lo que el ser humano ha experimentado hasta ahora, tal como lo había anticipado Klaus Schwab en su libro “La Cuarta Revolución Industrial” (Schwab, 2016).

En efecto la irrupción de las nuevas tecnologías y las transformaciones digitales que se han producido en las últimas décadas y que impactaron de lleno, tanto en nuestra vida privada como en sociedad, son de una intensidad y dinamismo jamás visto en la historia de la humanidad; a tal punto que podemos asegurar que hoy por hoy son muy pocos los aspectos de nuestra existencia que no estén atravesados por las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, los algoritmos, y desde hace un tiempo la inteligencia artificial, la robótica y al automatización.

En este sendero de la reflexión podemos citar cientos de ejemplos desde el pago a través de billeteras virtuales al adquirir cualquier bien o servicio, la utilización de la internet de las cosas diariamente, hasta la aplicación de la inteligencia artificial en diferentes campos de la ciencia y el desarrollo tecnológico, que de manera sencilla y casi rudimentaria describiremos como la aplicación de algoritmos inteligentes para el desarrollo de nuevas respuesta y soluciones.

Siguiendo dicho análisis, y según las definiciones más disímiles, la inteligencia artificial (IA) es un campo de la informática que se ocupa de la creación de agentes inteligentes: sistemas que pueden razonar, aprender y actuar de forma autónoma. Así, tal como expresamos, la IA ya se utiliza en una amplia gama de aplicaciones y está revolucionando la forma en que vivimos, trabajamos e incluso interactuamos sobre todo en el espacio público.

Ya hace unos años el destacado politólogo e intelectual argentino Oscar Oszlak, anticipaba que: “Las tecnologías de la era exponencial -TIC, big data, inteligencia artificial, robótica o criptomonedas - están transformando irreversiblemente la vida social, las formas de comunicación e interacción entre seres humanos y las de estos con los objetos de los que se valen para su existencia cotidiana. Según los futurólogos, este proceso acelerado de innovación pronto irrumpirá en nuestras vidas y, para bien o para mal, las afectará definitivamente”. (Oszlak, 2020).

Esta gran revolución que ha superado ampliamente en desarrollo, tiempo, velocidad e intensidad a todas las anteriores ha puesto en jaque no sólo a la sociedad sino por supuesto, y sobre todo, a las organizaciones y en particular a las instituciones públicas. Hace un tiempo, en nuestro ensayo: “Una nueva función pública para una nueva Era”, poníamos de manifiesto que: “Los desafíos y transformaciones que enfrentan los Estados y por ende las instituciones públicas en el nuevo contexto mundial, producto de los avances de la cuarta revolución industrial y su empuje por la pandemia exigen la transformación y el surgimiento de una nueva función pública como respuesta”. (Calabria, 2021).

Así esta nueva realidad está planteando nuevos desafíos para el Estado de Derecho en tanto la irrupción tecnológica también ha dado lugar a nuevos tipos de delitos fortaleciendo incluso las redes delictivas a nivel global, ante las que los estados deben adaptarse para hacer cumplir la ley en este nuevo entorno, incluso deben poner especial atención en la protección de datos, evitar la proliferación de delitos virtuales que afecta directamente los derechos humanos; y claro uno de los desafíos más importantes que enfrenta el estado como institución que debe velar por el bien común, es la ciberseguridad, en tanto que la vulnerabilidad  a los ataques cibernéticos representa un grave riesgo ya no sólo para la seguridad nacional, sino también para la ciudadana en tanto la preservación de la paz social y el bienestar general. Es decir al mismo ritmo que avanzan la IA, la robótica, la automatización y la incidencia de las nuevas tecnologías, necesitamos un estado, dispuesto, fortalecido e inteligente preparado para estos grandes desafíos, y que ya no son del futuro sino parte de nuestro presente.

Innovación pública desde la gestión

Estos desafíos que presenta el mundo actual, en especial para las organizaciones públicas de la esfera estatal, exhibe un devenir complejo que requiere equipos de servidores públicos con alta capacidad de adaptabilidad que les permitan estar a la altura de los requerimientos de las transformaciones necesarias tanto hacia dentro de las instituciones de gestión pública, pero sobre todo en su relación con los usuarios, clientes y/o ciudadanía.

Las nuevas tecnologías de gestión son un gran instrumento que permite a las organizaciones optimizar sus procesos, innovar en sus procesos y utilización y distribución de recursos para, en definitiva, brindar un mejor servicio a la sociedad. Estas tecnologías que incluyen, entre otras, el big data, la inteligencia artificial, el aprendizaje automático, la robótica y la realidad aumentada, entre muchas otras, pueden tener un impacto significativo en la gestión pública; por ejemplo pueden ayudar a mejorar la eficiencia de los servicios públicos, hacer que los estados sean más transparentes y responsables, y brindar una mejor atención a la ciudadanía.

Finalmente, pero no menos importante, resulta poner el énfasis en desarrollar una cultura de la innovación pública desde la gestión, entendida la innovación pública como el proceso de generar nuevas ideas y soluciones para los problemas públicos. Esta innovación puede ser impulsada por los ciudadanos, las empresas, o el gobierno mismo. Existen muchos ejemplos de innovación pública exitosa: el uso de las redes sociales para mejorar la comunicación entre el gobierno y los ciudadanos de manera inmediata, o el desarrollo de nuevas app`s para brindar servicios públicos. 

Así la innovación pública es esencial para que los estados puedan responder  a estos desafíos del siglo XXI. Por ello el uso de la las nuevas tecnologías de gestión y más recientemente de la IA, desde el enfoque positivo pueden ayudar a los estados a ser innovadores e inteligentes y brindar más y mejores servicios a sus comunidades, ya que en definitiva de eso se trata.