Hace algunas semanas se produjo la ceremonia de traspaso de mando presidencial, terminando con cuatro años de gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner para dar paso a la asunción de Javier Milei y Victoria Villarruel. Esta tradición de larga data de nuestro sistema democrático cristalizó el cambio de autoridades del gobierno nacional, inaugurando un nuevo capítulo de la historia de Argentina. Llegando a los últimos días de 2023, empezamos a percibir los signos del cambio de época mientras nos preguntamos qué será del futuro inmediato.

En materia educativa, la gestión saliente deja como legado un sistema educativo que atraviesa una profunda crisis. En columnas anteriores hemos analizado datos y estadísticas que ilustran la magnitud de este déficit: desde la recurrente problemática de los paros docentes a los malos resultados arrojados por las Pruebas APRENDER, mostrando el peso de nuestra deuda educativa

La llegada del nuevo Gobierno abre muchos interrogantes, ya que la compleja realidad que vivimos requerirá –seguramente– mucho más pericia técnica y solvencia política que histrionismo mediático y grandilocuencia discursiva. Si bien la propuesta estrella del espacio libertario para la campaña presidencial en materia educativa fue la de implementar los vouchers para las escuelas, podemos decir que –al menos en este tema– se verificará el Teorema de Baglini ya que Carlos Torrendell, designado al frente de la cartera educativa, sostiene una posición crítica de este planteo.

En un perfil de su figura, publicado apenas conocida su designación, a Torrendell se lo describe como “un fuera de libreto que proviene del pensamiento católico liberal, un acérrimo defensor de la educación de gestión privada, muy respetado entre los expertos, por su ecuanimidad”. Allí se rescatan algunos de sus trabajos académicos, en los que concluye que el sistema de vouchers no logra el cometido de mejorar la oferta educativa y, además, acaba por profundizar la desigualdad.

El flamante funcionario tuvo su primera aparición pública en el XVI Foro de Calidad Educativa, organizado por Educar 2050. Allí se encargó de transmitir tranquilidad a los actores del sistema, al mismo tiempo que les pidió “salir del miedo, pasar a la aventura y al futuro”. En ese marco desarrolló su visión de la educación, insistiendo en la necesidad de poner en valor las buenas prácticas existentes en muchas escuelas y establecimientos educativos a lo largo y a lo ancho del país, con el objetivo de construir confianza para lograr salir adelante.

Unos días después, el secretario de Educación arribó a la sede del Consejo Interuniversitario Nacional junto a Alejandro Álvarez, quien se presentó como el próximo encargado de las relaciones con el sistema universitario. Aprovechando la reunión del Comité Ejecutivo del organismo, Carlos Torrendell se presentó ante los rectores y demás autoridades universitarias y sostuvo: “No vengo a imponer una versión particular al conjunto". Además, indicó que su idea de educación es “acompañar protagonismos, no bajar línea”.

Ante las flamantes autoridades, el presidente del CIN Carlos Greco expresó una preocupación que atañe al conjunto de las universidades públicas: en el contexto de crisis económica que vive la Argentina, y ante la ausencia de un presupuesto de Ley para el 2024, manifestó que “se necesita cierta previsibilidad para mantener nuestro trabajo de formación y desarrollo”. De esta manera dejaron sentado el reclamo de las universidades por un presupuesto que garantice las condiciones mínimas para un correcto funcionamiento del sistema de cara al año entrante.

En medio de la vorágine que trae diciembre y este fin de año en particular, las preocupaciones del sistema educativo y universitario se mantienen latentes: en un contexto de recortes generalizados y ajuste presupuestario, el Gobierno deberá elegir muy bien en qué rubros y con qué criterios llevarlo adelante. Parece insensato e irresponsable aplicar la motosierra donde más bien hace falta cirugía con precisión de bisturí. Argentina no puede cometer el pecado de asfixiar presupuestariamente a sus escuelas y universidades, la única herramienta que le permitiría salir a flote mirando al futuro.