Un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) afirma que las refacciones que se realizaron en el Teatro Colón demoraron un promedio de 660 días más de lo que estaba previsto en los contratos.

El organismo de control, que aprobó su informe este año sobre datos del período 2005-2007, examinó nueve de las 23 licitaciones destinadas a recuperar las instalaciones del teatro y, de esa muestra, visitó siete obras para completar el análisis técnico. Así, se determinó que todos los trabajos que tenían acta de recepción provisoria registraban atrasos respecto al tiempo de ejecución planificado.

Por ejemplo, la restauración de azoteas planas, que debía hacerse en 270 días, demoró 1.507 días, es decir, más de 41 meses después de lo estipulado. La adecuación de los sistemas eléctricos, un trabajo que por contrato tenía que terminar en cuatro meses, culminó casi un año después de su fecha de inicio (360 días). Y lo mismo ocurrió con la segunda etapa de restauración de los vitrales, que se prolongó 505 días.

Asimismo, la AGCBA detectó demoras que promediaron los 532 días en obras que se estaban ejecutando al momento del informe. Cuando los técnicos visitaron el Colón, hacía 1.080 días que se trabajaba en dos proyectos que debían haber terminado en sólo 240 días: se trataba de las protecciones pasivas contra incendios y de la renovación de las instalaciones, un plan integral del Centro de Experimentación del teatro. También otras tareas se encontraban retrasadas: la reparación de la sala principal, 240 días, y la impermeabilización y consolidación estructural Plaza del Vaticano, unos 210 días.

En materia de obras públicas, muchas veces los contratistas solicitan prórrogas para poder terminar un trabajo, porque los tiempos establecidos no alcanzan. No obstante, la Auditoría afirmó que en todas las refacciones visitadas hay un promedio de demora de “375 días entre la finalización de la última prórroga aprobada y el acta de recepción provisoria”. Y, de esa muestra -de siete casos-, “en sólo dos se pudo constatar la aplicación de multas por parte de la inspección de la obra”, agrega la investigación.

De la auditoría surge, además, que hubo tres trabajos por los que se pagó en promedio un 88,4% más de lo establecido en el presupuesto oficial. Entre esas obras se destaca la restauración de las azoteas planas, la misma que demoró 1.507 días, comenzó con una partida de $ 805.580, pero terminó costando $ 2.358.129, un 192,7% más.

Por diversas situaciones, como un aumento de insumos por ejemplo, los contratistas también pueden pedir una redeterminación de los precios de sus contratos. Con todo, el organismo de control sostiene que la “falta de procedimientos definidos” para este tipo de ajustes, provoca atrasos en su aprobación –o denegación- que, según los casos, son de entre 10 y 20 meses. Sobre este punto, la Unidad de Proyectos Especiales (UTE) del Teatro Colón, una dependencia creada por decreto en 2008 y que está bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Urbano, informó que de las nueve obras analizadas por la AGCBA, ocho tuvieron redeterminación de precios.

Además de las demoras y los ajustes, la Auditoría porteña encontró deficiencias en cuatro de las siete obras que visitó durante la elaboración de su informe. En la restauración de las cubiertas planas hay “perfiles oxidados que denotan que no fueron reacondicionados, y manchas de humedad provenientes de filtraciones de la azotea plana y (también) en el cuarto piso del ala Viamonte”. Por otra parte, el muro perimetral de un vitral restaurado “presenta fisuras y deterioros en la pintura; las rejillas de aire acondicionado colocadas en el piso de cemento alisado se encuentran deterioradas pese a que el sistema no fue puesto en funcionamiento; (ese mismo piso de cemento alisado) presenta importantes fisuras; y las rejillas de los sistemas de iluminación de piso resultan débiles para soportar el tránsito de personas”, enumeró la AGCBA.

Por fuera de sus observaciones, la Auditoría porteña advirtió que las cañerías del Teatro Colón tienen desde su origen, en 1908, un aislante térmico que es un material “altamente cancerígeno”: se trata del asbesto cemento, o amianto, que tiene forma de fibra alargada, similar a la fibra de vidrio. Este aislante provoca la asbestosis, una enfermedad grave, “y a menudo mortal”, generada por la inhalación de fibras del material, que se clava en los pulmones y los va dañando. Con frecuencia, la asbestosis lleva al cáncer de pulmón. Por esto, el informe apunta que “debiera tenerse especial cuidado y prever en forma urgente el retiro (del asbesto cemento) con las prevenciones del caso”.