Publicado en el suplemento

Acciones para la Participación Ciudadana, en Diario Perfil

Fabio Dana es periodista y habla con conocimiento de causa. Trabajó en las redacciones de Olé y Clarín y, actualmente,se desempeña como redactor en el sitio de deportes espn.com. A los 46 años le diagnosticaron celiaquía y tuvo que aprender e incorporar nuevos hábitos  alimenticios. Hace un tiempo, se propuso investigar más sobre la enfermedad y en 2018, publicó el libro Yo, celíaco. La vida sin gluten,donde repasa su propia experiencia para acompañar a otras personas que también viven con esta condición. De acuerdo a su visión, la escritura fue el lugar desde donde pudo hacer su mejor aporte.

- ¿Cómo fue el recorrido para llegar al diagnóstico? 

En mi caso, fue rápido y extraño, porque soy celíaco asintomático, es decir, no tengo síntomas. Siempre hice vida normal en cuanto a la alimentación, pero hace unos años empecé a sentirme mal después de las Fiestas. Fui a una gastroenteróloga y me aconsejó hacer unos estudios de rutina. Mientras me preparaba la orden, me preguntó si había antecedentes de celiaquía en mi familia, le dije que no y me sorprendí porque lo poco que sabía, hasta ese momento, era que si te alimentabas con harinas con gluten te hacía mal. Yo comía de todo, entonces no le di mucha importancia y descarté esa posibilidad.

De todas maneras, me hice los estudios, pero los dejé abandonados un tiempo. Después de unos meses, se los llevé al médico clínico y ahí se dio cuenta de que era celíaco. Lo terminé de confirmar con una biopsia. En mi caso fue muy rápido, pero sé que hay mucha gente que demora en tener un diagnóstico preciso porque la sintomatología es muy variada. Algunos pueden padecer anemia, dolores de cabeza, problemas en la piel o en los huesos.

- ¿Cómo influye esta condición en tu vida cotidiana? 

Fue todo un cambio porque tuve que incorporar una nueva dieta, descubrir sabores y, sobre todo, conocer los cuidados. Uno piensa que hay gluten solo en los panificados o en las pastas, pero también puede estar presente en un caramelo, en un chocolate o en el fiambre. En casa tuvimos que cambiar la rutina, comprar productos sin TACC y evitar la contaminación cruzada con otros alimentos. A nivel social, es un poco más difícil, porque muchas veces hay limitaciones y hay que adaptarse, uno tiene que comer antes o después de un evento o llevar su propia comida. Creo que lo más importante es aprender a disfrutar del encuentro social por la reunión en sí y no por el hecho de ir a comer.

- ¿Cuál fue el propósito del libro? ¿Qué balance hacés de esa experiencia? 

La experiencia resultó muy linda. Fueron dos años de mucho trabajo, de investigación, de hacer entrevistas a profesionales, a pacientes y a entidades especializadas. La intención fue concientizar y, también, hacer un poco de catarsis porque pude contar ahí mis vivencias y tuvo buena repercusión. Luego, hice un programa de radio para colaborar en la difusión de información sobre la enfermedad. Creo que la sensibilización es muy importante, el granito de arena que pude aportar fue desde ese lugar.

- ¿Creés que es difícil ser celíaco en Argentina?

 Argentina es uno de los países más avanzados en celiaquía, pero reconozco que no es lo mismo ser celíaco en Buenos Aires que en un lugar recóndito del Interior. En las ciudades hay mayor acceso: en cualquier supermercado, kiosco o lugar de comidas hay opciones libres de gluten y cada vez hay más variedad. Pero la situación cambia en algunos pueblos, donde quizás hay que viajar algunos kilómetros para comprar alimentos sin TACC y, muchas veces, terminan costando cinco o seis veces más. Los productos libres de gluten son mucho más caros y eso es una realidad que hay que modificar. Si bien podemos prescindir de algunos alimentos, sería bueno que hubiera precios similares.

- ¿Qué otras cosas creés que quedan por hacer para mejorar la calidad de vida de los celíacos? 

Pienso que todavía se pueden brindar más opciones en los restaurantes para que todos tengamos las mismas posibilidades. La Ciudad de Buenos Aires tiene una ley que indica que todos los lugares de comida deben ofrecer, por lo menos, un menú libre de gluten. Por otra parte, me parece que lo más importante para un celíaco es acceder a un diagnóstico temprano. Creo que se viene trabajando muy bien, los médicos están más preparados y, ante determinados síntomas, enseguida piensan en la celiaquía. Hace algunos años, era más difícil llegar al diagnóstico y ese plazo se está acortando, ahí está la clave para mejorar la calidad de vida.