La historia de la escritura comenzó alrededor del año 3500 a.C., de la mano de civilizaciones antiguas como los sumerios, quienes tallaban inscripciones en arcilla húmeda, y los egipcios que desarrollaron los jeroglíficos. Para el 1200 a.C los fenicios crearon el alfabeto: esto constituyó un avance clave, sentando las bases para el desarrollo de la escritura en la Antigua Grecia y Roma. En aquellos tiempos leer y escribir estaba reservado sólo a algunos grupos privilegiados. La imprenta de Gutenberg, creada en el Siglo XV, permitió masificar la lectura con la producción de libros de manera rápida y accesible. A medida que la sociedad industrial se desarrolló, muchos países comenzaron a establecer sistemas de educación pública, permitiendo que un mayor número de personas aprendiera a leer y escribir. Sin embargo, fue recién en el Siglo XX que la alfabetización se volvió una prioridad global.

En un mundo cada vez más interconectado, la alfabetización se erige como un requisito fundamental para participar en diálogos significativos, comunicarse eficazmente y lograr una plena integración. En la búsqueda de su desarrollo personal, profesional y laboral, los jóvenes requieren adquirir nuevos conocimientos que les permitan comunicarse en diversos idiomas, comprender la riqueza de la diversidad cultural y mantener un compromiso constante con la formación a lo largo de toda su vida. Por eso es que en 1966 la Conferencia General de la UNESCO decidió declarar el 8 de septiembre como el “Día Internacional de la Alfabetización”.

Desde ese entonces la jornada se celebra en todo el mundo para recordar la importancia de la alfabetización de las personas e intensificar los esfuerzos para lograrlo. Cada año trae consigo una consigna central que impulsa la campaña: el año pasado fue "Transformar los espacios de aprendizaje de la alfabetización", mientras que el lema para el 2023 es “Promover la alfabetización para un mundo en transición: sentar las bases para sociedades pacíficas y sostenibles”. Además, la UNESCO organiza los Premios Internacionales de Alfabetización, a través de los cuales buscan darle reconocimiento a proyectos destacados en el campo de la alfabetización. Desde su lanzamiento en 1967 se han premiado 512 proyectos y programas llevados a cabo por gobiernos, organizaciones no gubernamentales y personas de distintas partes del mundo.

Sin embargo, la propia ONU estimaba que 763 millones de jóvenes y adultos en todo el mundo carecían de habilidades básicas de lectura y escritura en el 2020. Esta situación se agravó aún más por el impacto de la pandemia de COVID, las crisis climáticas y los conflictos armados: según sus estimaciones, en los países de bajos y medianos ingresos, la cantidad de niños de 10 años que no pueden leer y comprender un texto simple aumentó de un 57% en 2019 a un 70% en 2022. Lamentablemente, Argentina no escapa a esta realidad: con una crisis educativa extendida por varias décadas, estadísticas y evaluaciones oficiales reflejan una caída sostenida en los niveles de aprendizaje, en todo el sistema educativo.

En otros artículos hemos analizado algunas de las graves problemáticas que atraviesan el sistema educativo argentino: con una crisis socioeconómica y una inflación galopante que castiga día a día a la población, dejando en situación de pobreza alimentaria a millones de niños y niñas, paros docentes recurrentes que complican la vida cotidiana de millones de familias y dejan a los chicos sin clases de manera injustificada, entre otras cuestiones de extrema gravedad, las escuelas argentinas no logran garantizar el ejercicio efectivo del derecho a la educación quedando evidenciado en los resultados de las Pruebas APRENDER que demuestran que sólo el 43% de los que empiezan la primaria logran terminarla a tiempo y con los saberes mínimos, mientras que informes recientes señalan que sólo 13% de los que comenzaron la primaria en 2011 llegaron a finalizar la secundaria en el tiempo esperado y habiendo adquirido niveles satisfactorios de aprendizaje en lengua y matemáticas.

En pleno siglo XXI, más que nunca, la alfabetización es la piedra angular de la paz y el desarrollo, y el único camino para construir sociedades prósperas, igualitarias y democráticas.