Él anhela ser olvido, como una cábala para estar siempre. Lo ofrece para la única venganza y el único perdón.

Las cosas no saben, ellas ignoran que nacemos y que nos estamos yendo, que nos fuimos. Esas cosas que no tienen memoria, permanecerán, en nuestra ausencia, contemplando el cierto y repetido destino de la humanidad.

El olvido y el recuerdo, con sus letras, hacen el laberinto y la paradoja. Ésta se empecina en desafiar la lógica sin contradecirse.

A él, entonces, lo traigo al presente en cada paradoja y, por ello, lo recuerdo en la palabra olvido.

JLB anhelaba ser olvidado para ser recordado y yo cumplo.

Es una paradoja, a la vez que una invocación y un conjuro.