Ingresar al Hospital odontológico Ramón Carrillo es todo un logro. No porque quede en el medio de la selva o al final de una calle empinada, de hecho está ubicado en Sánchez de Bustamante 2529. Lo es porque desde abril de 2011 “su única entrada está cerrada por falta de personal de seguridad”. 

La clave para acceder a este centro de salud es atravesar el Hospital Rivadavia, hecho que es un verdadero secreto si se tiene en cuenta que “no hay ninguna señalización o cartel que indique la existencia del centro odontológico”. Si de obstáculos se trata, pase rápido por el Rivadavia, porque otro informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) advierte sobre una posible “caída inminente” de la mampostería del edificio.

El organismo de control porteño analizó la gestión del 2011 y consideró que el instituto odontológico Ramón Carrillo “es de primer nivel porque contiene un abanico de prestaciones en varias especialidades, además de que está próximo a sumarse un grupo de trabajo para implantes”. 


Sin embargo, señaló que “hay un déficit de personal de 77 agentes” de los cuales, en el 32% se trata de puestos profesionales y el restante 68% de no profesionales, como asistentes dentales y protesistas. En el informe, aprobado en julio de 2013, consta que más de 200 personas atienden anualmente a 115.000 pacientes. A estas carencias se suma la del vigilador. Pese a que “el hospital realizó cinco notas de reclamo solicitando más personal de seguridad”, al cierre de la auditoría nada había cambiado.

Siguiendo con el personal, la AGCBA detectó que “el 97% de los cargos de jefaturas no se encuentran titularizados”, es decir, que los máximos responsables de cada área no tienen el nombramiento de la función que efectivamente desarrollan. Esta situación, dice el informe, “no permite organizar la estructura del hospital ni dar un reconocimiento formal a nuevos sectores de trabajo que surjan por el avance médico y tecnológico”.

Equipos e insumos

Los equipos y la aparatología “se encuentran en su mayoría en buen estado de uso”. Del equipamiento, el 22% está en condiciones regulares y el 19% en malas. Mientras que para los aparatos el porcentaje de regular es alto, cercano al 30%.

El quirófano “3” del Servicio de Cirugía II “está en desuso porque el área de lavado se usa como depósito de cajas con suero fisiológico y demás insumos por la falta de espacio para guardarlo”.

El 11 de septiembre de 2012 el equipo de auditores se hizo presente en el centro de salud para realizar un control en la farmacia. De la comparación entre los datos cargados en sistema y las fichas de estante surgió que figuraba una diferencia de 1100 kilos de yeso blanco: en los registros figuraba un ingreso de 1500 kilos cuando el real fue de 400. También hubo otro caso en el que la ficha marcaba una salida de 1500 kilos para el laboratorio de prótesis, hecho que no ocurrió. El recuento físico arroja, según la AGCBA, una cantidad mayor a la que debería estar en ambos registros.

Por otra parte, los camisolines descartables “no cuentan con una clara identificación de sus cantidades”, lo que impidió recontar el producto ya que no se pueden abrir porque son elementos esterilizados. De la comparación de ambos registros se concluyó que “existe una diferencia de 100 camisolines al 30 de junio de 2012 y de 140 al 11 de julio de ese mismo año”. 

Sobre las películas radiográficas, el equipo señalo que “había siete cajas de 100 unidades vencidas”, aunque aclararon que ese tipo de elemento “cayó en desuso por la actualización de la aparatología”.