El Estado destina $10 por hectárea para proteger a los bosques
Para 2020 el monto estipulado para la conservación de estos espacios representa el 3,25% de lo estipulado en la Ley. La AGN, en dos oportunidades, advirtió que los presupuestos nacionales fueron menores a los previstos. Desde FARN afirman que "sin plata no se los puede salvar".
Cada vez hay menos presupuesto para proteger y conservar los bosques nativos. Para 2020 se asignaron $609.829.000, lo que representa solo el 3,25% de lo estipulado en la Ley de Bosques. De esta forma, por cada hectárea, se destinaran $10,20 para su resguardo.
La normativa establece que el Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación de los Bosques Nativos no podrá ser inferior al 0,3% del Presupuesto Nacional, a lo que deberá sumarse el 2% del total de las retenciones a las exportaciones de productos primarios y secundarios, correspondientes al año anterior.
"El objetivo es fortalecer la capacidad técnica y de control de las provincias, compensar a los titulares que realicen tareas de conservación y manejo sostenible y fomentar las actividades que los pequeños productores rurales y comunidades indígenas realizan en estos ecosistemas”, explicó Ana Di Pangracio, directora ejecutiva de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
"Los bosques son hogar y sustento de pueblos indígenas" detalló Ana Di Pangracio de FARN
Pese a esto, “la ley estuvo siempre sistemáticamente desfinanciada. Nunca contó con un presupuesto conforme lo indica. Para 2020 por ejemplo, se asignó un total de $609.829.000, lo que equivale a solo el 3,25% del mandato legal y lo que significa que, por cada hectárea de bosque nativo, Argentina invierte apenas $10,20. Sin plata no se puede salvar los bosques”, denunció Di Pangracio.
Por su parte la Auditoría General de la Nación (AGN) relevó en 2014 y 2017 dicha normativa y encontró irregularidades en su aplicación. Su último informe expresa: “Los presupuestos nacionales en el período auditado fueron sustancialmente inferiores a lo previsto en la Ley 26.331, y representan porcentajes cada vez menores: de 12,26% en 2013 a un 6,21% en 2015; y en 2016, el 5,26%”.
La falta de dinero complica su protección, pero no es la única falencia. El organismo de control nacional también observó "fallas en la renovación del Inventario Nacional de Bosques Nativos; irregularidades en el proceso de actualización de los Ordenamientos Territoriales de las provincias de Salta, Santiago del Estero y San Juan; falta de control en los campos y de sanciones a los incumplidores".
Según la ONU, la Argentina está entre los 10 países que más desmontaron durante los últimos 25 años.
En esta misma línea, la AGN resaltó que no se tuvo en cuenta a las comunidades originarias en las consultas públicas estipuladas por ley para los cambios de uso del suelo. “En muchos casos, no se consideran las denuncias de las poblaciones campesinas e indígenas”, y además remarcó la falta de priorización de las mismas como “beneficiarios de la normativa”.
También, se observó una baja protección de los bosques nativos en Salta, Santiago del Estero, Chaco y Formosa. “Estas provincias concentran el 46% del total de superficie categorizada en el Ordenamiento Territorial y solo tienen el 7,99% -del territorio- en el plan”, sostiene el informe. Según la Organización de las Naciones Unidas la Argentina está entre los 10 países que más desmontaron durante los últimos 25 años.
“Hay una íntima relación entre los bosques nativos y el arraigo de las comunidades rurales en el territorio. Los campesinos e indígenas tienen en allí la base de sus sistemas económicos, sociales y culturales”, expresó la AGN en 2017.
En lo que va del año, ocho niños wichis murieron en Salta producto de la desnutrición y deshidratación. Para Di Pangracio, “los bosques son hogar y sustento de pueblos indígenas y comunidades locales, sosteniendo medios de vida y culturas. Si se conservan y se gestionan de manera sostenible, estos ecosistemas pueden seguir proveyendo todos estos beneficios".
Del mismo modo, manifestó que "su conversión a tierras agrícolas, la rotación intensa de cultivos, el pastoreo excesivo, la infraestructura a gran escala, los incendios, las plantaciones forestales, la contaminación y el cambio climático impactan negativamente a las especies y expulsa a comunidades locales y originarias”.