La Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó los resultados de una encuesta mundial, realizada entre abril y mayo, sobre los jóvenes y el Covid-19: el trabajo, la educación y la salud mental. “En la actualidad, a menos que se tomen medidas urgentes, es probable que sufran impactos graves y duraderos a causa de la pandemia”, aseguraron.

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Según explica el documento, la encuesta se realizó en un momento en el que los efectos del COVID-19 se había traducido rápidamente en una crisis económica. La investigación buscó reflejar los efectos inmediatos de la situación en las vidas de los jóvenes (de 18 a 29 años). En total, recibieron más de 12 mil repuestas de 112 países, y en gran parte de personas “instruidos y con acceso a Internet”. 

Los datos recolectados muestran que, de los jóvenes que estaban estudiando o que combinaban los estudios con el trabajo antes del comienzo de la crisis, el 73% experimentaron el cierre de las escuelas y no todos pudieron hacer la transición al aprendizaje en línea y a distancia

Uno de cada ocho (13%) se encuentra sin acceso a los cursos, a la enseñanza o a la formación. “Esta situación fue particularmente crítica entre quienes viven en países de ingresos más bajos, y pone de relieve las enormes brechas digitales que existen entre las regiones”, remarcaron en la OIT. 

Sumado a lo anterior, el 65% de los jóvenes indicaron que habían aprendido menos desde el inicio de la pandemia, el 51% creía que su educación se retrasaría, y el 9% temía que su educación se vería menoscabada e incluso que fracasaría.

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El trabajo joven no tuvo mejores proyecciones. Uno de cada seis encuestados (17%) que estaban trabajando antes del inicio de la pandemia dejaron de hacerlo totalmente, en especial los de menor edad, de entre 18 y 24 años, y los ocupados en la prestación de apoyo administrativo, los servicios, las ventas y la artesanía y oficios conexos.

"El coronavirus dejó en evidencia la extrema vulnerabilidad en la que se encuentran muchos trabajadores"

Por otro lado, las horas de trabajo disminuyeron casi dos horas al día y el 42% indicó una reducción de sus ingresos. La OIT mencionó que “la ocupación se consideró el principal determinante de la manera en que la crisis afectó diferente a las mujeres y los hombres jóvenes, y las mujeres jóvenes indicaron mayores pérdidas de productividad en comparación con sus homólogos masculinos”.

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Todos estos factores deterioraron el bienestar mental de la población. El estudio revela que el 17% probablemente sufra ansiedad y depresión. A los que que vieron interrumpido su educación o trabajo o en los casos en los que había cesado totalmente tenían casi dos veces más probabilidades de sufrir probablemente estos trastornos. 

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Las necesidades básicas también fueron un problema: para una quinta parte de los encuestados (21%), especialmente los que no trabajaban, su derecho a la vivienda peligraba ya que tenían dificultades para poder subsistir.

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“A pesar de esto, los jóvenes seguían decididos a aunar esfuerzos y a colaborar de una manera segura y efectiva con los gobiernos, los interlocutores sociales, la sociedad civil y las instituciones, a fin de reconstruir mejor”, reflexionaron desde la organización y agregaron que esta parte de la sociedad pide a los gobiernos que continúen aplicando medidas de confinamiento, como trabajar a domicilio, cuando fuera posible. “Quieren que las restricciones se relajen gradualmente, ya que para ellos la salud y la seguridad de todos los trabajadores y ciudadanos es primordial”, concluyeron.