Para “desmantelar” la cuarentena, recomiendan protección social y “economía low touch”
La entidad describió el impacto de la pandemia en una región que antes de marzo ya mostraba “gran fragilidad”. En el caso argentino, sugirió la posibilidad de “ampliar el seguro de desempleo” y hasta “establecer un ingreso básico universal” como parte de una “reforma previsional”.
Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el proceso de “desmantelamiento” de las distintas cuarentenas que rigen en el continente requerirá de un “mayor papel estratégico de los Estados en los próximos años”, sobre todo en materia de protección social, y en el fomento de la denominada “economía low touch”, que supone transacciones que no dependen del contacto entre vendedores y compradores.
El trabajo de la entidad incluye recomendaciones para todos los países del Cono Sur y, en el caso particular de la “transición” argentina, sugiere líneas de acción “considerando que el espacio fiscal es limitado y que la única fuente de financiación accesible al momento es la monetización, con eventual impacto inflacionario” (ver Los pronósticos).
Para el BID, el "problema de fondo" argentino es "el nivel, la calidad y la asignación del gasto público".
Para lo que viene, el BID sostiene que el país “deberá definir políticas de desarrollo productivo e impulsar nuevos modelos de negocio”, ante “la recuperación de Asia y el freno a las exportaciones de productos esenciales en algunos países, lo que convertirá a la cadena agroalimentaria en un rubro clave durante la recuperación”.
No obstante, el texto advierte que la inserción de la Argentina en ese escenario “demandará inversiones tecnológicas en trazabilidad y sanidad alimentaria, uso del blockchain y TICs, y nuevos protocolos de producción”.
Otro rubro que “podría ser motor de la recuperación”, a palabras del Banco, es “el sector low touch, con agendas transformativas y exportaciones de servicios basados en el conocimiento, el e-commerce, la biotecnología, los insumos médicos y las telecomunicaciones”.
“La etapa de recuperación -resume el informe- también será una oportunidad para que Argentina se inserte en la provisión de insumos diferenciados en cadenas de suministro globales”.
Al margen de lo potencial, la entidad opina que “la crisis va a dejar un grupo significativo de trabajadores desplazados que, en la etapa de recuperación, necesitarán de programas de reinserción y reentrenamiento”. Para eso, “será necesaria una nueva agenda social, basada en la adaptación productiva”, y mejorar la empleabilidad de quienes se hayan visto “afectados por la pandemia”, dice el texto, en referencia a que “el 21% de las ocupaciones en la Argentina son no calificadas y que solo el 26% de los trabajos se puede realizar de manera remota”.
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Por otra parte, el BID proyecta que, “pasada la crisis sanitaria, se abrirá una oportunidad para la reingeniería del sistema de protección social”. Es que, según el análisis, hay dos “riesgos” posibles: que haya nuevos rebrotes de coronavirus y que la recuperación económica sea más lenta de lo deseable. Este combo “obliga a discutir el Ingreso Básico Universal y a redefinir el seguro de desempleo para trabajadores formales, en el marco de una reforma previsional que sea consistente con la sostenibilidad financiera (del sistema) y con la protección a la población vulnerable.
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“Problema de fondo”
Más allá del “desafiante panorama post-pandemia”, el Banco añade que Argentina tendrá que “llevar a cabo reformas pendientes para resolver el problema de fondo: el nivel, la calidad y la asignación del gasto público”.
Describe la investigación que el aumento de los desembolsos del Estado “estuvo impulsado por un incremento de los subsidios a los energéticos, de la masa salarial y de los gastos previsionales, y no fue acompañado por una generación más eficiente ni estable de ingresos públicos”.
Por eso, “mejorar la eficiencia asignativa del gasto es una de las grandes cuentas pendientes” del país, ya que el presupuesto en jubilaciones “es comparable al de países europeos con una población mucho más joven y el déficit de pensiones alcanza el 3%”, observa el BID.
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“Será fundamental -concluye el relevamiento- eliminar gastos superfluos, el malgasto en remuneraciones y compras públicas, y las ineficiencias técnicas, como el pago de sobreprecios en la compra de alimentos e insumos médicos”.
Todo esto, deberá apuntar a “reducir paulatinamente el paquete de estímulo fiscal extraordinario implementado durante la crisis del COVID de modo de que esos desembolsos no se vuelvan permanentes”, completó el trabajo.
Los pronósticos
La entidad reconoce que la pandemia tomó a Argentina en un momento de “gran fragilidad económica y social”, y que la cuarentena “necesaria” -se aclaró- redundó en “costos significativos” para los números domésticos.
En ese sentido, proyectó que “para 2020, se espera que la economía caiga alrededor de 10%, que el déficit primario supere el 6% del PIB y que la pobreza trepe por arriba del 40% en un escenario optimista, y 54,2% en el pesimista”.
Frente a semejante panorama, el “gran reto” será “financiar el déficit y a su vez mantener la inflación bajo control”, ya que el índice de precios “podría cerrar el año por encima del 50%, pero con un registro mensual en diciembre que anualizado llegaría al 100%”, completó el BID.