Las entidades fiscalizadoras (EFS) de Bulgaria, Grecia, Hungría, Irlanda, Polonia, Noruega, Eslovenia y los Países Bajos elaboraron una auditoría en conjunto para mejorar la aplicación de la Regulación Europea del Transporte de Basura (EWSR) que evalúa el traslado de residuos hacia otros países.

Los principales transportistas de residuos a nivel mundial son Europa, Japón y América del Norte, mientras que Asia y África son quienes los reciben. 

Por ejemplo, en Asia se suelen reciclar los papeles europeos y los desechos plásticos. Los residuos eléctricos y electrónicos se envían desde Europa hacia África, en donde son “incinerados al aire libre después de quitarles los metales más valiosos”.

De esta manera los países africanos “sufren las consecuencias humanas y ambientales”. 

La auditoría cooperativa también detalla “cientos de envíos ilegales de basura” que son detenidos cada año en el viejo continente. Estos traslados implican “un grave riesgo” porque “se vierten de forma ilícita o  procesada sin cuidado” y afecta la protección de los seres humanos y el medio ambiente. 

Los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE) generaron alrededor de 2.570 millones de toneladas de basura en 2010 de los cuales 94 millones de toneladas fueron residuos peligrosos, aquellos que pueden significar un peligro presente o futuro, directo o indirecto para la salud humana y el entorno.

Sobre la Regulación Europea del Transporte de Basura, el informe asegura que “hay diferencias de interpretación dentro y entre los países” lo que “complica la aplicación y aumenta el riesgo de las exportaciones ilegales”. 

Además, “existen debilidades en los sistemas de información y en el intercambio de ésta dentro de los países”. 

A esta situación se suma que “hay grandes diferencias en el establecimiento de prioridades” y en cinco de los ocho países auditados “tienen escasez de recursos”, especialmente en lo que se refiere a equipos técnicos y al entrenamiento del personal. 

Oslo y un dato de color

Según una nota publicada en el diario New York Times, Oslo, la capital de Noruega, importa basura para producir energía. 

La ciudad cuenta con 1.4 millones de habitantes y produce una cantidad mínima de residuos, motivo por el cual necesita importarla de otros países para luego generar electricidad. Tanto es así, que su proceso de reciclaje opera alrededor de 410.000 toneladas al año.