La cuarentena obligatoria que vienen llevando adelante la mayoría de los países del mundo sirve no solo para prevenir los contagios de Covid-19 sino que también como una medida para combatir el cambio climático o, al menos, para identificar algunos de sus detonantes.

En diálogo con Radio Si 91.1, el biólogo y director de Conservación de la Fundación Rewilding Argentina, Sebastián Di Martino, habló sobre el impacto favorable en el ambiente pero advirtió que "es algo que cuando la cuarentena termine y volvamos de a poco a nuestras actividades normales se va a retrotraer".

“La solución de fondo es cambiar la forma en que nos vinculamos con el ecosistema, tenemos que dejar de degradar los ambientes naturales y debemos recuperar aquellos que están degradados” agregó Di Martino.

Con respecto a la posibilidad de que el coronavirus haya comenzado como un contagio animal, el especialista sostuvo que “si se destruyen los ecosistemas, los virus y bacterias que circulan entre especies y no pasan a los seres humanos, van a buscar nuevos seres huéspedes”. “Entre los servicios esenciales que nos brinda un sistema biológico bien conservado está el de evitar la proliferación de epidemias que a veces pueden convertirse en pandemia”, remarcó.

Según el biólogo, estas comunidades naturales "brindan servicios ambientales y sin ellos no podríamos habitar este planeta porque, por ejemplo, captan el dióxido de carbono que está en la atmósfera y con esto mitigan el calentamiento global; toman el agua de lluvias y eso impide las inundaciones; nos proveen de agua y aire de buena calidad y evitan la aparición de patógenos como el Covid-19”, enumeró Di Martino.

“Estas discusiones se tienen que empezar a dar pensando cómo hacer para que no ocurra otra pandemia. Para nosotros la solución en buena medida pasa por conservar lo que aún queda en pie y restaurar lo que está degradado”, concluyó.

Por su parte, Fernanda García Ferreira, experta en calidad del aire de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), explicó en Radio Si cómo estaba trabajando esta institución “para saber qué cantidades de dióxido de nitrógeno había antes del aislamiento obligatorio y cuánto a partir del comienzo la cuarentena”.

En este sentido, explicó que “se enfocaron en distintas ciudades, empezando por las principales –Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Córdoba y San Miguel de Tucumán- y en todos los casos se encontraron con una disminución de, al menos, el 50% de las cantidades de dióxido de nitrógeno en la troposfera”, es decir, en los primeros metros de la atmósfera, pero aclaró que “no es el aire que respiramos”.

La especialista contó que lo que analizó la CONAE “fueron los promedios de los datos de todos los días de tres semanas antes del 20 de marzo y tres semanas después”. “A partir de la desaparición de las fuentes contaminantes, muy rápido cambió y se limpió el aire. Veremos cómo cambia la atmósfera a partir de las próximas medidas para flexibilizar la cuarentena”, concluyó.