Desperdicio de alimentos: cada vez se tira más comida a la basura
Por año se desechan al menos 931 millones de toneladas de comida pese a que la inseguridad alimentaria crece en el mundo. Cuál es la situación en el país y cómo puede evitarse la generación de residuos.
En el mundo se desperdicia al menos 17% de los alimentos disponibles para consumo, esto significa que 931 millones de toneladas de comida terminan en la basura, según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas. Cada año se tiran 121 kilos de comida por persona. En el Día Internacional de la Toma de Conciencia sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, desde El Auditor.info dialogamos con distintos actores sobre la problemática.
“Actualmente, a nivel mundial más de 800 millones de personas se van a dormir sin tener cubiertas sus necesidades básicas de alimentación. Si vemos la situación en nuestro país, alrededor del 30% de niños, niñas y adolescentes sufre emergencia alimentaria. Es incoherente que esto suceda al mismo tiempo que en el planeta se desperdicia el 40% de los alimentos”, afirmó Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina, quienes presentaron un informe donde muestran que el problema sigue en aumento.
Jaramillo también remarcó que, junto a los alimentos, se desechan “todos los recursos naturales” que se utilizaron para producirlos. Para elaborar alimentos se usan grandes cantidades de agua, tierra y energía que tienen impactos ambientales importantes, degradando los ambientes naturales.
A su vez, los residuos que surgen del desperdicio de comida representan entre el 8% y el 10% de los gases del efecto invernadero. Asimismo, del informe de Vida Silvestre se desprende que se utilizan 4.4 millones de km² de tierras agrícolas y 760 km³ de agua para producir el alimento que luego se desperdicia. “Es momento de redoblar nuestros esfuerzos para frenar el desperdicio de alimentos, solucionar los problemas mundiales de inseguridad alimentaria y desnutrición y reducir los impactos en la salud ambiental”, reflexionó Jaramillo.
¿Qué sucede en nuestro país?
La región no queda afuera. En América Latina y el Caribe se pierden alrededor del 12% de sus provisiones, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En Argentina se desperdician 72 kilos por persona por año, el 12,5% de la producción agroalimentaria del país, siguiendo datos de la Dirección de Agroalimentos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Desde 20018 nuestro país cuenta con la Ley 27.454 que creó el Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos.
Un estudio realizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Universidad de Bologna reveló que los consumidores porteños tiran un promedio de 8,4 kilos de comida por año en sus hogares. En 2016 esto significó unas 9.500 toneladas de alimentos que fueron a parar a la basura. En búsqueda de una solución nació el Banco de Alimentos de Buenos Aires que es parte de la Red Argentina integrada por 25 de estas organizaciones.
La sede de la Capital Federal fue la primera y nació en el 2000 por un grupo de personas interesadas en reducir el hambre, mejorar la nutrición y evitar el desperdicio de comida. “Hoy trabajamos con 1.300 organizaciones como merenderos, centros de día, centros comunitarios, espacios que brindan comida a las personas vulnerables. Nos comunicamos con ellas y de acuerdo a lo que necesitan hacen su pedido y lo vienen a buscar a nuestro depósito de San Martín”, indicó Virginia Ronco, responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales en el Banco de Alimentos, en diálogo con El Auditor.info.
“Lo que hacemos es pedirle a empresas, industrias, productores, supermercados, que todos aquellos alimentos que por alguna razón no van a comercializar pero que están en buen estado en vez de desecharlos, nos lo den para distribuirlo en organizaciones sociales de bases que trabajan en barrios vulnerables para que ese alimento sea aprovechado. Por año recuperamos 5 millones de kilos de alimentos en Buenos Aires”, agregó Ronco.
Desde su existencia llevan cerca de 70 millones de kilos de alimentos recolectados. “Es impactante la cantidad de desperdicio que se genera”, agregó Ronco. En esta cadena solidaria que armaron desde el Banco de Alimentos hay muchas personas trabajando: desde voluntarios que ordenan los productos, empresas que hacen donaciones, hasta las organizaciones sociales que retiran los alimentos y los distribuyen.
Para Ronco es necesario tomar conciencia e incorporar buenos hábitos como adquirir lo necesario, hacer listas de compras, ordenar la alacena para que lo que esté por vencerse se consuma antes o reciclar la comida que sobró.
Donar para la nutrición
Mariano Winograd preside la organización 5 al Día que promueve el consumo de frutas y hortalizas por su vínculo con la salud y, en diversas oportunidades, colaboraron con Banco de Alimentos. “Uno de los problemas de la fruta es la logística porque son productos perecederos, están vivos. Entonces su proceso comercial está determinado esto. Hay un determinado momento en donde todavía el producto está vivo pero deja de tener un aspecto y una aptitud comercial. Si la donación no se hace a tiempo, el producto se pierde”, remarcó Winograd.
“En un país como Argentina la merma de frutas y hortalizas es grandes. En Argentina se consumen alrededor de 100 kilos de frutas y hortalizas por año, en total consumimos 4 millones y medio de toneladas al año. Hay cálculos que dicen que se desperdicia alrededor de un 40%”, alertó Winograd.
Siguiendo el informe de Vida Silvestre, se prevé que para 2050 el crecimiento poblacional a nivel mundial incrementará la demanda y producción de alimentos. Esto ejercerá una presión mayor sobre los recursos naturales. En la Agenda 2030 el Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº 12 en su tercera meta invita a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos por persona y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción. “El desperdicio es un problema social en el cuál todos tenemos una cuota de responsabilidad. No necesitamos buscar culpables, sino unirnos para encontrar soluciones”, concluyó Winograd.